Controlar la generación de ruido urbano y prevenir la contaminación acústica es una finalidad del Gobierno local que hosteleros, vecinos y músicos que actúan en la calle acogen con optimismo, aunque perciben en la ordenanza que la regulará algún requisito excesivo y lagunas que deberían cubrirse. La demanda general es que la norma sea equilibrada para todos los sectores.

E. Salvador: La nueva ordenanza contra la contaminación acústica ha generado debates puntuales, cuando lo que hace es cubrir demandas de hace muchos años, como la de los hosteleros. La ordenanza estaba obsoleta desde varios puntos de vista y había que abordar el ruido de una manera más global y preventiva. El ruido, al ser un vector ambiental, preocupa más a los ciudadanos y es un índice de su calidad de vida. En la medida en que esté más controlado, incrementará esa calidad de vida. Por tanto, hemos actualizado esa normativa entre cinco áreas del Ayuntamiento, cumplimos el compromiso electoral hecho a los hosteleros y aplicamos las directrices que nos marcan las normativas nacional y europea. Hemos querido que el texto sea lo más participativo posible entre todos los sectores.

H. Cañete: Para los hosteleros es una ordenanza buena que recoge una demanda histórica, que es normalizar una situación irregular como la de tener una televisión en un bar o poder poner música ambiental sin amplificar, hilo musical. Estamos satisfechos, aunque hay alguna puntualización.

A. López: Lo que más afecta a los vecinos es el ruido que genera el botellón. Habría que buscar soluciones porque no se erradican los botellones. Sobre los locales nos preocupa el ruido que sale al exterior, no el que se produce dentro. La hostelería es importante, pero echamos en falta otros negocios y actividades que también dan riqueza a la ciudad. No tenemos muy claro si con la nueva ordenanza se van a mantener o a modificar las zonas acústicamente saturadas. Y otra duda: ahora que una empresa ajena al Concello va a hacer las mediciones de ruido, ¿eso va a ser más fiable o más rentable?; ¿y para quién?

J. Tinaquero: Para los músicos que tocamos a veces en la calle la ordenanza nos parece positiva en todos los puntos salvo en el de música callejera. Hablo a título personal: creo que es un sentir general que la música en la calle no debe estar regulada en una ordenanza que trata de la molestia a los vecinos con el botellón, los petardos, el tráfico, las obras o el exterior de los pubs. Creo que debería estar regulada en otro apartado. El uso de la amplificación dependerá de la presión sonora que se ejerza. Una gaita puede hacer mucho más ruido que una voz o una guitarra con amplificación. Estoy a favor de la música en los locales, el problema puede ser la potencia que se le dé, los decibelios. Pedir un permiso para molestar no es la idea de nuestro grupo, eso nunca.

A. López: El problema es cuando toca uno aquí, otro allá, otro más adelante? Entonces ya no es música, es ruido.

J. Tinaquero: Por eso quiero hablar con vecinos, comerciantes y el Concello de forma que no molestemos y no se prohiba nuestra música. Porque creo que se puede hacer algo bonito que fomente la música, que es un bien cultural que gusta y que potencia el turismo.

E. Salvador: No hay ningún ánimo absoluto de prohibir la música callejera, que no me gusta llamarla así porque es música a la que tiene acceso todo el mundo. Y la gente se para, escucha y le gusta?

J. Tinaquero: Accedemos a un público al que no podemos llegar de forma habitual.

E. Salvador: Pero como con todo, se puede pervertir. Por eso esta ordenanza quiere tener cautela para que la música en la calle no se descontrole y no se pongan bandas a las puertas de varios comercios o impidan entrar a vecinos en portales.

J. Tinaquero: ¿Y no sería más fácil tener una regulación con horarios, lugares y presión sonora que prohibir la utilización de amplificadores en la calle?

E. Salvador: Salvo autorización municipal.

J. Tinaquero: ¿Pero molesta o no molesta?

E. Salvador: No molesta y no se prohíbe. Lo que se pretende es regular, armonizar. Que no haya actuaciones a las doce de la noche. La música en la calle es un atractivo turístico de la ciudad.

H. Cañete: Yo quiero defender también la música en la calle, pero quiero que los músicos valoren, pensando en la hostelería, que para un local del grupo 1 nos piden una insonorización de 70 decibelios, lo que supone un gasto muy importante. Ahora para poder tener una televisión, como recoge la ordenanza, hay que tener un sonómetro para autocontrolar el sonido con diversas características, sistemas y registros y conectarlo permanentemente al Ayuntamiento. Y todo eso a cargo del hostelero. Instalado este equipo, hay que presentar planos del local y niveles de emisión sonora y exigen un mantenimiento con una empresa para que, en caso de avería, tenga que estar reparada en 24 horas. Fijaos en los requisitos. Esto es excesivo. Hay que estudiar la manera de que no suponga un desembolso tan alto, porque tampoco hay condiciones tecnológicas. Propongo incentivos para quienes cumplan, no generen molestias y sean pioneros montando esos sistemas conectados al Concello. Y quienes hayan generado molestias y hayan cerrado, para reabrir, tengan que cumplir esos requisitos.

A. López: Es que las leyes son ambiguas y luego cada uno interpreta lo que le interesa.

E. Salvador: Por eso ahora hay un periodo de alegaciones. Es una ordenanza muy técnica y farragosa, con cosas que se necesitan precisar. No es fácil, por eso, si no está en la primavera estará un poco más tarde, pero estará participada y consensuada. Pero no hay intención alguna del Concello de exigir algo que no puede exigir. La plataforma Smart City será la que dé soporte a toda esa información tecnológica de la que habla en la ordenanza. El texto también prevé esos incentivos fiscales para quienes aborden las mejoras tecnológicas en los locales.

A. López: ¿Qué pasa con los decibelios de los botellones? Yo no defiendo ni ataco a la hostelería, solo pido convivir y saber disfrutar. El ruido de la calle, al final y al principio, ¿quién lo mide? Cuando se habla de los botellones se pide a los jóvenes que se concentren en los jardines? pero si son emblemáticos y se están destruyendo. Y los críos se están estropeando la salud.

E. Salvador: Es un tema de difícil ataque.

A. López: Y nadie se atreve.

E. Salvador: Todos tenemos hijos, todos nos quedamos charlando un rato fuera de un local después de una cena? Pero esta ordenanza no regula el botellón. Aquí hay un artículo que regula cualquier actividad o comportamiento individual o colectivo, como cantar o golpear objetos, y otras molestias de ruido que resulten perturbadoras para el vecindario?

J. Tinaquero: Pues añadan ahí el estadio de Riazor.

E. Salvador: Siempre que se moleste al vecindario la Policía Local podrá actuar de alguna manera. No se pretende coartar derechos constitucionales como el de manifestarse o reunirse, solo se actuará en el caso de que haya perturbación e intranquilidad social. A lo mejor habrá que matizar el concepto de reunión tumultuosa, quizá tengamos que hacerlo durante las alegaciones. Insisto, esta ordenanza tiene la óptica de la contaminación acústica, no de los disturbios.

A. López: Pero que se actúe con firmeza, porque en Santa Catalina llega la policía una vez, actúa y luego reaparece el botellón. Parece que estamos como el perro y el gato.

E. Salvador: Es un tema de comportamiento. En cuanto a las mediciones por empresas externas se ha sacado un poco de contexto. La ordenanza dice que se podrá acudir a entidades certificadoras externas para que cuando el Ayuntamiento no pueda abordar técnicamente un estudio sonoro estas empresas echen una mano. Eso ocurre ahora. Porque todo estará validado por un funcionario municipal con formación, si no el expediente sancionador no tendría validez.

H. Cañete: Siempre que llaman los vecinos para quejarse del ruido, la policía va a medir. Y cuando hacemos la insonorización se encarga una empresa externa con los equipos adecuados. Para los hosteleros también son un grave problema las reuniones en la vía pública delante de los locales, cuando algunos utilizan contenedores como instrumentos de percusión.

J. Tinaquero: A mí me gustaría realmente que hubiese una medición cuando los músicos tocamos en la calle para saber qué ruido generamos y si molestamos. Yo no quiero tocar donde moleste, y mucho menos por la noche, quiero una normalización, y con este borrador de ordenanza veo una prohibición.

E. Salvador: No hay prohibición, se pide un permiso municipal.

J. Tinaquero: Vale, pues no estoy de acuerdo con esta regulación, me gustaría otra cosa. Lo que hay hasta ahora está un poco en el limbo. A veces los agentes nos han pedido el permiso, otras veces no. Tengo permisos solicitados y concedidos, cada uno es distinto.

H. Cañete: Tú fíjate en el detalle de las terrazas retranqueadas, aquellas que están en el interior de los locales y no en la vía, en las que están prohibidos los aparatos de televisión. No puedo tener ahí música y en cambio puede haber alguien tocando música en la calle justo delante. Si tú tocas en mi terraza retranqueada me denuncian. Yo creo que cada vez somos más sensibles al ruido y en el sector a veces somos perjudicados y a veces somos causantes. Por eso pido que se regule el ruido para todo el mundo.

J. Tinaquero: ¿Por qué no hacer una regulación de la actividad musical en directo que afecte a locales y grupos que tocan en la calle?

E. Salvador: Tiene que haber un equilibrio entre todos los sectores. No se puede someter a unos al estricto imperio de la ley y a otros no. Nosotros nos miramos en el espejo de otras ordenanzas en España que ya están funcionando.

A. López: En la ciudad hay ruido, como en todas, pero depende de las zonas. En el Orzán tenemos aglomeraciones diurnas y nocturnas, o por los pubs o por gente que alborota ante la Cocina Económica.

H. Cañete: Los españoles somos ruidosos comparados con el resto del mundo. Somos más exaltados, nos ponemos vehementes. Entiendo que A Coruña, comparada con otras ciudades españolas, no es especialmente ruidosa. Tiene un gran foco de emisión de mucho ruido que es Alfonso Molina, por el tráfico, y los camiones en la zona del Orzán también hacen ruido.

E. Salvador: El mapa de ruidos certifica que la población afectada por ruido molesto es elevada porque la densidad de población es alta. El foco principal es el tráfico rodado, más que el ferroviario o la industria. En ciertas horas es alto pero no impide dormir. Para reducir el ruido daremos soluciones con el Plan de Movilidad Urbana Sostenible.