La asociación vecinal de la Ciudad Vieja quiere tener más fiestas, recuperar algunas de las actividades a las que la crisis les hizo renunciar y cambiar algunos de los que son ya sus signos de identidad para dejar paso a otros nuevos, más renovados y que le abran las puertas del barrio a otros vecinos.

La entidad ha entregado a la concejal de Cultura, Ana Fernández, un informe con propuestas para que la Ciudad Vieja no haga honor a su nombre y sea un lugar dinámico en el que haya música, actuaciones y vida durante todo el año. En esta hoja de ruta le piden a la edil que traslade la Feira das Marabillas -con la que empiezan las fiestas de María Pita en julio-. "Los visitantes que recibe esta fiesta, que año tras año se instala en el centro histórico durante más de diez días en jornadas de quince horas ininterrumpidas, no pueden justificar la entera ocupación del espacio público y el deterioro que supone para el frágil patrimonio", explican los vecinos y es que, algunos de ellos, según el documento, se tienen que ir de sus casas durante esta feria, en busca de descanso. La entidad alega también que esta actividad no deja beneficios económicos en el barrio, más allá de los de los locales de restauración. Los vecinos proponen para esta "apoteosis del consumo de la chilindrada" la explanada del aparcamiento de la dársena o el entorno de la muralla restaurada.

La entidad solicita también darle una vuelta a las fiestas del Rosario y que haya música y sorpresas "de la mañana a la noche" en todo el barrio y que los bares y restaurantes ofrezcan un menú especial.

El calendario festivo de la Ciudad Vieja empieza el 24 de febrero, con grupos de gaitas tocando la Alborada de Rosalía, para conmemorar el nacimiento de la escritora. El 17 de mayo, la entidad pretende recuperar el Cortexo Cívico del Día das Letras Galegas, con artistas hablando desde los balcones de las casas. En junio, julio y agosto, los vecinos proponen que la plaza de Azcárraga se convierta en un gran café-concierto los viernes y los sábados. También quieren música en la plazuela de Las Bárbaras en verano, con un ciclo de música "bárbara", como la que podría traer el zanfonista Germán Díaz. Como otros barrios, la Ciudad Vieja también quiere tener su concurso gastronómico, así que propone un certamen de caldeiradas en julio. Para el mes de septiembre, proponen que las viviendas desocupadas se conviertan en escenarios de teatro, en el que, la trama principal tendrá que ser, obligatoriamente, doméstica. En el calendario de los vecinos hay también espacio para la lectura dramatizada de O feiticeiro da praciña das Bárbaras, de Luis Seoane y también para concursos de pintura a cielo abierto y paseos para retratar el barrio en cuadernos, sardiñadas en la noche de San Juan con foliada incluida y magosto.