Francisco Vázquez decidió cambiar la decoración de la plaza de María Pita, uno de los símbolos de la ciudad. Viajó y trajo ideas para darle su toque personal. Esta vez el exregidor llevaría a cabo sus proyectos, muchos copiados de otras urbes europeas de las que regresaba emocionado.

La polémica instalación de las terrazas acristaladas fue el comienzo del lavado de cara del punto cero de la ciudad. En 2002 el exalcalde llegó a un acuerdo con los hosteleros para que cubriesen las mesas que instalaban fuera de sus instalaciones al estilo de los cafés de París o Bruselas. La colocación de las terrazas conllevó la retirada de las fuentes y papeleras situadas en las esquinas de la plaza para facilitar el acceso. Vázquez, entonces, decidió aprovechar las obras para hacer otro cambio en la plaza consistorial.

En esta ocasión el exregidor apostó por colocar a A Coruña en la Tierra. Hasta ese momento solo los mapamundi de los geógrafos más detallistas mostraban el meridiano que surca la ciudad por la plaza de María Pita. El entonces alcalde decidió traer a la realidad el trazo de línea negra sobre los mapas y ordenó colocar una barra de acero inoxidable a escala real ante el Palacio Municipal.

La línea de metal, que permanece desde entonces incrustada en las losas de la plaza, marca la situación de la ciudad en el globo terráqueo. Los dos mojones del siglo XIX que recuerdan la longitud coruñesa -8º 23' 29'' oeste- fueron instalados en 1983, uno al pie del Concello y otro frente al edificio consistorial. Muchos coruñeses y la mayoría de turistas desconocían el significado de los dos bloques de piedra, una información que desde hace una década proporciona el meridiano de metal que los une.