La entonces concejal de Medio Ambiente, Carmen Marón, reconocía en 2003, ante la mole de desperdicios que se acumulaba sin reciclar en la planta de Nostián solo tres años después de su puesta en marcha, que su equipo no se había planteado una solución a largo plazo: "Yo a veinte años no voy a hablar, hablaré en veinte años aunque espero no estar aquí ". Albada llenó en siete años el depósito de basura proyectado para esos veinte. La edil, efectivamente, ya no está en la Corporación y la auditoría de la planta revela que, mientras el alcalde Francisco Vázquez defendía ante los micrófonos que las instalaciones funcionaban "magníficamente", en sus cajones tenían un informe interno que ya alertaba de que los niveles de reciclaje estaban muy por debajo de los que habían prometido.

En pleno año electoral de 2003, las dudas sobre la macroinversión pública se intensificaban. Un año antes había explotado uno de los biodigestores, esparciendo 300 toneladas de basura. El candidato del PP, Fernando Rodríguez Corcoba, mostraba en campaña unos vídeos en los que habían grabado cómo lo que los ciudadanos separaban en dos contenedores -orgánicos e inorgánicos- volvía a mezclarse en el camión de la basura.

El Gobierno municipal protegía públicamente la oferta elegida, aunque ya en sus manos estaba un informe interno, de octubre de 2003, en el que "se reconocía un porcentaje de rechazo a vertedero del 52%", incluyendo el compostado no comercializado que también iba al vertedero. En otro análisis del mismo año, incluido en el estudio de impacto del proyecto de ampliación del depósito, se hablaba "de un 60% de rechazos sobre datos de 2002".

"Se argumentaba además que en los siguientes dos años la recuperación de envases pasaría del 7% al 14%, que significaría la reducción del rechazo al 45%", prosigue el relato de la auditoría, que contrasta a continuación cómo la realidad se distanciaba de las previsiones: "en el año 2005 se alcanzó un rechazo de más del 78%, que reducía realmente en menos de un punto la cota de 2003".

Existe incluso un informe anterior, del año 2000, relativo a la imprevisión de la puesta en marcha del servicio para el área metropolitana, sin que ni siquiera hubiese separación en origen y cuyos concellos, por tanto, enviaban "la basura bruta, lo cual daba como resultado una media del 59% de rechazos", cuando A Coruña se situaba en el 40%. "Se asume, efectivamente, que se estaba depositando más del doble del volumen previsto en ese momento", explican.

"Con todo lo expuesto se pretende concluir que, aún cuando el valor del 35% definido en la oferta se mantuvo en el proyecto definitivo e incluso se anotaron rangos menores para apoyar el llenado del depósito, casi desde el principio se sobrepasó este valor", concluyen. Señalan que, a través de todos estos informes, se reconocía "reiteradamente" que esa previsión no se ajustaba a la realidad, "lo cual derivó en la colmatación del depósito antes de lo que se pretendía".