Los resultados de las elecciones europeas del domingo en la ciudad revelan dos caras electorales. En las pasadas convocatorias el Partido Popular arrasaba en el recuento de papeletas por distritos y mesas, ganando en más de nueve de cada diez urnas a disposición de los vecinos. En las elecciones europeas, la fortaleza popular comienza a flaquear por los barrios y se mantiene sólida en el centro. Novo Mesoiro y el Ensanche son la cara y la cruz de esta realidad electoral, que divide el voto entre las formaciones políticas de izquierda y las de derecha.

En el barrio Novo Mesoiro, la candidatura de Podemos, la sorpresa electoral que encabeza Pablo Iglesias, ha sido la fuerza más votada en varios colegios. Una excepción en la ciudad que Natalia Pedrosa, vecina de la zona, achaca a la juventud de los vecinos y a su condición de trabajadores especialmente golpeados por la crisis.

"Aquí vive gente humilde, matrimonios jóvenes con niños, algunos de ellos en el paro, y con hipotecas a la espalda", explica a los pies de una pintada que llama a la huelga general. Al hartazgo general, se suma en el caso de Novo Mesoiro un enfado redoblado por la supresión de las ayudas públicas a las hipotecas de viviendas de protección. "Con todo esto, aquí no se va a votar a la derecha, que cuando gobierna acostumbra recortar", asegura Pedrosa.

Un diagnóstico similar hace José Ramón. De la mano de su hijo pequeño, este empleado de mantenimiento entiende que el voto hacia la izquierda del barrio se debe a las medidas tomadas por el Gobierno. "El PP gobierna para los empresarios y no ha hecho ningún favor a los trabajadores. Y, aquí, los únicos empresarios que hay son autónomos, que están igual de mal que quien vive con una nómina de asalariado", arguye.

Son las 12.30 horas y en la televisión de la cervecería Garota entrevista a Iñigo Errejón, jefe de campaña de Podemos. "Estos tienen que irse hacia el centro porque están muy escorados a la izquierda". Lo dice Manolo Ruiz, un vecino del barrio, prejubilado que durante 30 años fue empleado de Alcampo. Mientras da los últimos sorbos al café de la mañana, hace su particular análisis de los resultados en el barrio: "Los jóvenes están hartos de impunidad, de ver como PP y PSOE y sus amigos hacen lo que quieren si que nadie se responsabilice de los errores". A su lado, Manuel Rey, soldador, asiente pero desconfía de que la caída de los dos grandes partidos vaya a suponer un cambio de las cosas para mejor. "El futuro está fastidiado. Nos prometen el final de túnel pero no da llegado. Por lo menos no a nosotros", sentencia.

La otra cara de la moneda se encuentra a varios kilómetros de Mesoiro. Se trata del Ensanche coruñés. Barrio de familias acomodadas por excelencia, ha sido fiel a la tradición electoral de toda la vida: el PP ha arrollado al resto de formaciones con casi el 50% de los votos emitidos. "Aquí gana la derecha porque viven todos los pijos". Esa es la explicación tajante de Manolo, un vecino de Monte Alto, jubilado, que prácticamente cada día se desplaza hasta la plaza de Vigo "a tomar el sol". A su juicio, en un barrio de clases acomodadas como este "no hay sitio para la izquierda". "Además aquí viven muchos mayores, gente de aquí de toda la vida, y eso también se nota", apostilla.

"Aquí la gente es muy elitista y tiene mucho poder adquisitivo", opina Raquel Pena. Esta joven, que trabaja como jefa de ventas de un negocio del sector de la hostelería, penetra cada día en la realidad del barrio por motivos laborales. "Es normal que no se vote mucho por la izquierda si no se padece tan duramente la realidad de la crisis", aclara.

Un diagnóstico parecido hace Rafael Ucieda. En una terraza de plaza de Vigo, justifica el aumento electoral de formaciones de izquierda como Podemos o Alternativa Galega de Esquerda en la actual situación de crisis, pero se muestra convencido de que las cosas "volverán a la normalidad en cuestión de tiempo". Sobre la fidelidad al PP de los colegios electorales del Ensanche, tampoco tiene dudas de que influye la situación económica "acomodada" de los integrantes del censo.

En el barrio de Monte Alto, el escenario tiende a un término más medio, aunque bascula hacia la izquierda. En las urnas de las calles que vieron nacer al movimiento musical bravú, el PP fue la fuerza más votada de entre las cinco principales formaciones, con el 28,5% de los votos, seguido muy de cerca por el PSOE, con el 28,6%. El puzzle se completa con un 17,9% de los votos para AGE, un 16,6 % para Podemos y un 8,7% para el BNG.

María Dolores, vecina del barrio, ha sido en estas pasadas elecciones una de las 2.144 votantes del Partido Popular. Con todo, achaca el apoyo a las formaciones de izquierda al carácter humilde de los vecinos del barrio y a la tradición de los movimientos contestatarios en la zona. "Aquí ya fusilaban a gente en la Guerra Civil y supongo que todo aquello habrá contribuido a que arraigase un sentimiento menos afín a la derecha", afirma. "Y la situación tampoco ayuda", sentencia.