El jurado popular consideró culpable de asesinato a Óscar Ferreño Fraga, el joven de Narón que degolló a su exnovia, Iria García Bouza, el 25 de junio de 2012 cuando salía de su casa y hablaba por teléfono con su madre. El tribunal también decretó que el procesado incurrió en un delito de quebrantamiento de medida cautelar, ya que cuatro días antes de cometer el crimen había sido denunciado por la víctima porque la acosaba y la amenazaba.

El juez que estaba de guardia le impuso la prohibición de aproximarse a su expareja, que tenía 28 años, pero el condenado hizo caso omiso. Además, los miembros del jurado tuvieron en cuenta la agravante de parentesco, ya que convivió con la joven durante un año, y la atenuante de colaboración con la justicia porque consideraron que facilitó la labor de los agentes que investigaron los hechos. La Audiencia Provincial de A Coruña emitirá en los próximos días el fallo en el que fijará la condena de acuerdo con el veredicto emitido ayer por el tribunal popular. La pena oscilará entre los 17 años y medio y los 20 años de cárcel.

El procesado trató de ser sentenciado por homicidio en lugar de asesinato, por lo que reconoció haber matado a Iria, pero alegó que fue fruto de un "arrebato" y que se le "cruzaron los cables" tras discutir con ella. Las acusaciones, tanto la particular, ejercida por el letrado Pablo Freire, como la del fiscal, sostuvieron que planificó el crimen. Así, aseveraron que se ocultó tras unos matorrales y que atacó a su exnovia por la espalda con una navaja, por lo que careció de la mínima posibilidad de defensa. Sus conclusiones estuvieron avaladas, tal y como indicó ayer el jurado, por los informes de los forenses que examinaron el cadáver y de los agentes que investigaron los hechos. Los peritos declararon que el crimen fue "de una violencia extrema", ya que el procesado le seccionó la tráquea, la carótida, la yugular y los trapecios. La cabeza de la víctima se mantuvo unida al cuerpo solo por la columna vertebral, por lo que los expertos subrayaron que fue "casi una decapitación".

Los miembros del jurado, por tanto, consideraron probado que hubo alevosía, es decir, que la víctima no tuvo posibilidad de defensa, uno de los requisitos exigidos para tipificar los hechos como constitutivos de un delito de asesinato y no de homicidio. Las acusaciones se refirieron en sus informes a la frialdad que mostró el sospechoso durante el juicio, que duró cuatro días. "¿Qué perdón voy a pedir si el mal ya está hecho? No hay perdón que valga. Yo quiero pagar por lo que hice, pero no por lo que no hice. Claro que estoy arrepentido, ¿cómo no lo voy a estar?", manifestó el condenado al término de la vista después de que el magistrado le informase sobre su derecho a decir unas últimas palabras.