"Tengo tendencia a ser feliz". Con cinco palabras, la algebrista María Wonenburger Planells resumió una filosofía de vida que le permitió aceptar con una cálida sonrisa los homenajes tardíos de un país que durante años la condenó al ostracismo ignorando su prestigio internacional.

Esta algebrista nacida en Montrove (Oleiros), considerada la madre de la teoría Kac-Moody, murió el pasado sábado a los 86 años. Su fallecimiento ha sido recibido con pesar en A Coruña, la ciudad de su retiro y en la que cursó sus primeros estudios, antes de desplazarse a la Universidad Complutense y después a la Universidad de Yale, en la que se doctoró tras obtener la primera beca Fullbright de Matemáticas otorgada por la Comisión de Intercambio Cultural, Educativo y Científico entre España y los Estados Unidos.

A María Wonenburger su pasión por los números le venía de niña. Ya a los cuatro años tenía claro que quería ser matemática. Su currículum es poco común en una mujer coruñesa nacida en 1927. Un historial académico que fue posible gracias al apoyo de su familia, que la apodaba "la sabia". La más insigne matemática coruñesa tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia en que las mujeres no estaban condenadas a dedicarse al cuidado del hogar. Su padre quería que estudiase Ingeniería, pero ella tenía claro que los suyo eran los números.

Tras doctorarse en Yale ejerció la docencia en diferentes campus de Canadá y Estados Unidos, dirigió ocho tesis doctorales, publicó en las revistas internacionales con más repercusión y es considerada la madre de la teoría del álgebra Kac-Moody, que lleva el apellido del que fue su alumno.

Wonenburger se vio obligada a continuar su carrera fuera de España porque en su país no le reconocían el doctorado de la Universidad de Yale. Si no llega a ser porque en la década de los noventa, en un congreso mundial de matemáticas celebrado en Santiago, un afamado algebrista la echó en falta y denunció la ausencia de la que había sido su maestra, María Wonenburger podría haber permanecido condenada al ostracismo en su país. A partir de ese momento, se sucedieron los honores públicos.

En una entrevista concedida a este diario en su casa de A Pasaxe, al poco de recibir el premio Mujer y Ciencia de la Universidad de A Coruña, bromeaba con la cadena de homenajes tardíos. "Los estoy recibiendo todos juntos", contestaba sonriente. El reconocimiento no parecía quitarle el sueño. "No es algo que me importe, no pienso en eso. Lo único que me interesa es que cale la idea de que con trabajo se puede conseguir lo que se desea. Que todo se puede hacer", resumía este genio, que sus allegados describían como una mujer cercana, dulce, humilde y discreta.