Los dos meses completos del verano dejan un saldo de 186 denuncias por robo o intento de robo en pisos de la ciudad. La cifra es superior a la de los asaltos con fuerza registrados en los primeros seis meses del año, en los que se contabilizaron 163, como informó el Ministerio del Interior a finales de julio. Esta cantidad convirtió A Coruña en la única ciudad gallega en la que los robos en viviendas habían crecido con respecto al primer semestre de 2013. Y no poco: hasta un 45,5%. A esos 163 robos denunciados hasta junio se le sumaron 61 comunicados a la Policía Nacional en julio y 125 en agosto. Van 349 este año.

La contabilidad de robos varía según el criterio. La Delegación del Gobierno informó el viernes a un grupo de asociaciones vecinales de que se habían producido 130 asaltos entre julio y agosto. Interior usa el Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC), que aplica el concepto de delito continuado del Código Penal, que cuantifica como un solo delito con múltiples víctimas el hecho de que una o varias personas roben en varios pisos del mismo edificio en una misma mañana. Eso ha ocurrido en la ciudad este verano. Según ha podido saber este periódico, el número total de denuncias por delito consumado de robo o delito en grado de tentativa recibidas por la Policía Nacional en los dos últimos meses fue de 186. Hasta ayer.

Las alarmas suenan en la ciudad y se escuchan en casi todos los barrios. Grupos muy organizadas de Europa de Este, sobre todo de Georgia y Croacia, están detrás de estos delitos. Después de operar en otros países del continente han cruzado los Pirineos para moverse de forma itinerante por comunidades del Norte de España. Su oleada delictiva en A Coruña, que las autoridades han preferido calificar como "repuntes", ha dejado al descubierto en los últimos dos meses una falta de previsión policial de la que se han aprovechado los ladrones y que al mismo tiempo ha revelado el malestar de los cuerpos de seguridad, transmitido por los sindicatos policiales, por la lentitud de sus superiores al tomar medidas, entre ellas el refuerzo de unidades de investigación especializadas o la convocatoria urgente de la Junta Local de Seguridad.

Esta reunión, programada de forma ordinaria dos veces al año, no se celebrará hasta finales de septiembre. La anunció para entonces el concejal de Seguridad del Gobierno local, Julio Flores, la semana pasada. El también primer teniente de alcalde descartó que el aumento de robos se tratase de una oleada -"siempre los ha habido", argumentó- y aseguró que la Policía Local solo prestaría colaboración a la Policía Nacional si esta se lo solicitaba.

Pero la cooperación actual entre agentes del 091 y el 092 en materia de seguridad ciudadana los fines de semana o en otros servicios como las incautaciones de armas y de estupefacientes, revelada esta semana por los sindicatos CEP y SUP, demuestra que no es necesaria una petición expresa para que ambos cuerpos policiales actúen unidos en la lucha contra los robos en pisos.

El Ayuntamiento debe convocar la Junta de Seguridad. Le corresponde hacerlo al alcalde, Carlos Negreira, quien encabeza cada una de las dos reuniones semestrales y puede ordenar que se celebre otra cuando las necesidades lo aconsejen o se lo soliciten los vocales. Los sindicatos creen que la oleada de robos es una "circunstancia extraordinaria" que debería haber adelantado la convocatoria de la junta. Asociaciones vecinales también la han reclamado.

La psicosis social provocada por esta ola de asaltos se ha extendido mientras por toda la ciudad, ya que las bandas han dado sus golpes desde Monte Alto hasta Elviña. Os Mallos y Os Rosales son dos de los barrios más castigados. La zona del Ensanche tampoco se ha quedado corta. El botín ha sido siempre el mismo: dinero y joyas, además de algún que otro pequeño objeto de valor.

Porque estos grupos jerarquizados, que se instalan en la ciudad unos días en pensiones o pisos de alquiler bajo y pasan desapercibidos en vecindarios con población extranjera, se mueven con rapidez. Tienen sus objetivos vigilados, entran en los pisos cuando no hay nadie dentro y forzando las cerraduras con facilidad, apenas revuelven en el interior, se llevan lo que les interesa y se marchan. Algunas víctimas se han enterado de que alguien les ha entrado en casa cuando echan en falta y no encuentran por ningún lado alguna valiosa posesión. Cuando una banda se va de la ciudad, suele llegar otra, también muy bien organizada.

Desde que la oleada alcanzó cifras preocupantes, la policía ha reforzado la lucha contra estas bandas con el traslado de personal de algunas unidades (antidisturbios, estupefacientes, prevención) al equipo especial dedicado a los asaltos, mermado por las instancias superiores este año pese a haber desarticulado 15 grupos de ladrones de pisos en 2013.

Una docena de personas pertenecientes a estas bandas fueron detenidas en agosto, informó el Gobierno, algunas gracias a la colaboración ciudadana. Pero ocho de los detenidos, entre ellos croatas, ya fueron liberados por falta de pruebas. Quienes siguen en prisión fueron identificados con joyas encima. El esfuerzo en mejorar la seguridad parece notorio, pero aún no da el resultado deseado. A la vista está el goteo continuo de denuncias por robo en domicilios, con aumentos en los puentes festivos: 14 casos entre el 24 y el 27 de julio y 29 entre el 14 y el 17 de agosto.

Los sindicatos, muy críticos con la reacción tardía de la cúpula policial a pesar de tener conocimiento de las cifras de asaltos en los primeros seis meses, insisten en que la lucha contra los delincuentes no puede ser efectiva sin agentes especializados ni refuerzos en la Comisaría Provincial de la Policía Judicial, si es necesario procedentes de otros puntos de España.

Cuando las cifras de asaltos en pisos del primer semestre escocían a las autoridades policiales la Comisaría Provincial de A Coruña diseñó un dispositivo para la prevención de robos en vísperas del puente del Día de Galicia a finales de julio. La medida "estaba destinada al fracaso", comentó el CEP en un comunicado. Porque "implicaba a distintas unidades policiales de las que la mayoría estaban poco relacionadas con el método de trabajo de las que habitualmente se dedican a luchar" contra estos delitos, explicó el sindicato.

Al momento delicado se le añade otro inconveniente: la reducción de la plantilla policial, que por vacaciones y jubilaciones ve perder efectivos, lo que dificulta la estructuración de las unidades.

Asociaciones vecinales fueron informadas esta semana de los resultados de las últimas estrategias policiales y recibieron numerosos consejos para prevenir los asaltos e informar a los agentes. Los vecinos admiten sentirse "más tranquilos", aunque lamentan que la Junta de Seguridad no se haya adelantado.

También los grupos de la oposición han solicitado estos días la convocatoria inmediata de la junta que debe presidir Negreira. Censuran al alcalde -como ayer hizo el PSOE- por "estar desaparecido en uno de los momentos de mayor inseguridad que han vivido los coruñeses".

Y mientras, a la espera de medidas consensuadas que depare la próxima Junta Local de Seguridad, los coruñeses salen cada día de sus viviendas con el temor de encontrarse al regresar con la puerta forzada y sin algunos de sus bienes más valiosos. Los cerrajeros, que alertan de que el mercado de herramientas de cerrajería debería estar regulado y controlado, han visto aumentada estos meses la demanda de nuevas cerraduras y puertas más seguras después de que las suyas fueran destrozadas con los diferentes métodos que utilizan los cacos (bumping, pico del loro y resbalón son los habituales). Algunas empresas de A Coruña han incrementado sus ventas en un 200%, según admitían esta semana. Por culpa de los ladrones de pisos. O gracias a ellos.