Apenas 9 meses nos separan de la próxima cita electoral. La campaña para las próximas elecciones municipales ha empezado ya. En La Coruña la estrategia del sr. Negreira se resume en 3 años de "nadismo" y un último año de legislatura para el que el actual alcalde ha reservado una retahíla de decisiones e inauguraciones que van a suponer el mayor estrés que los coruñeses hayamos padecido nunca desde los tiempos del sr. Merino. La improvisada decisión de peatonalizar la Ciudad Vieja por el artículo 33, atropellando a los vecinos sin darles ninguna alternativa y ni tan siquiera una explicación adecuada del proyecto, refleja a la perfección la manera de actuar de un alcalde que jamás ha tenido un proyecto de ciudad. El abandono de los damnificados en el Parque Ofimático a los que se les ha saturado de falsas promesas o la indefinición de la obra del túnel de La Marina, son exponentes de las carencias de un equipo de gobierno que llegó generando ilusiones y ha conseguido provocar enormes decepciones. El ciudadano que desde la indignación sigue por la prensa los desatinos municipales no sale de su asombro y ansía que se abran las urnas para mostrar su descontento. Anunciaron desde María Pita que bajarían los impuestos, los subieron. Anunciaron un recorte de asesores y pasarán a la historia por unos episodios de enchufismo aún hoy inexplicados. Desde luego no han conseguido aunar las energías de los ciudadanos entorno a ningún proyecto, porque no hemos recibido ninguna propuesta. Más allá de las fotografías, de las proclamas y de las promesas incumplidas la ciudadanía no acaba de entender por qué se ha dilapidado el inmenso caudal de confianza que se le dio al PP coruñés en el año 2011. La prepotencia suele ir acompañada de la mediocridad. Por ello en estos meses electorales sólo cabe esperar más ruido y, si caben, más fiestas que es la manera en la que el Gobierno Municipal coruñés ha hecho más esfuerzos para entretener a una ciudad desconcertada. Algún politólogo querrá ver en la saturación de gestos electorales durante los próximos meses la clave de un éxito que los ciudadanos no compartimos. La ofensa a la Patrona de la ciudad o la mentira de los cinco minutos para cooficializar el topónimo han dejado huella también en el castigado corazón de muchos coruñeses. Cuando un alcalde quiere a su ciudad se nota y cuando no la quiere también. La deslocalización de empresas y la pérdida de tejido industrial ha sido una constante en estos 3 años y La Coruña ya no es una referencia del mundo financiero. Lo de Negreira recuerda aquel chiste en el que un hijo le decía a su madre que había suspendido todas y que fuera preparando a papá. La madre no dudó en la respuesta: papá preparado, ¡prepárate tú!