Su entrada fue escalonada, primero llegó Jennifer Veiga, una joven con pareja y dos hijos menores (ahora tiene también un bebé de ocho meses) que se quedó sin empleo hace ya más de un año y que contaba con una ayuda económica que no le daba para hacer frente al recibo del alquiler y los gastos. Asegura que el edificio está embargado y que llevaba "ocho años" sin inquilinos, por lo que decidió okuparlo.

Otra mujer y su hija dejaron la vivienda hace unos días, antes de que, ayer, se cumpliese la orden de desahucio.

El edificio tiene ocho plantas y en él vivían de manera irregular unas doce personas. El desalojo se produjo sin incidentes, entre gritos y consignas coreadas por los afectados y sus familiares, como "un desalojo, otra okupación".