El paso del tiempo y de los gobiernos transforma las ciudades: destierra unas cosas y crea otras, elimina lo que se queda obsoleto e incorpora lo que se convierte en novedoso. Pero hay algunos elementos que forman parte de la fisonomía y de la historia de las ciudades que permanecen inamovibles o intocables aunque los equipos de gobierno que se suceden pretendan -e insistan- darles utilidades diferentes a las originarias. Un ejemplo en A Coruña es el Cuartel General de Atocha. Ahí sigue, a espaldas del Ayuntamiento precisamente, entre la plaza de España y la Ciudad Vieja, y eso que hace una década el Gobierno central admitía en una respuesta al PP que las gestiones para que la instalación militar fuese cedida al Concello y pudiera acoger actividades sociales y culturales adquirían un rumbo que podía deparar "un próximo resultado positivo".

Nada más lejos de la realidad diez años después. El de Atocha es el único acuartelamiento que queda en la ciudad y el Gobierno planifica que en su interior se desarrollen otros servicios militares que se han llevado a cabo en otros inmuebles del Ministerio de Defensa dispersos por la ciudad. ¿Cuándo? Como hace diez años, tampoco hay concreción.

Entre esos planes de reubicación que se vislumbran más factibles y echan por tierra las aspiraciones transformadoras de los gobiernos municipales está el de trasladar a Atocha la unidad logística del acuartelamiento de San Juan de la Ribera Norte, con sede anterior en Valencia. La previsión es que la operación comience a finales de este año para que la integración se complete en 2015.

Cuando gobernaba el PSOE en solitario en la ciudad en septiembre de 2004 parecía en cambio que Atocha era un enclave estratégico al que se le podía conferir un uso municipal. El entonces alcalde, Francisco Vázquez, reconocía que el ministro José Bono le había prometido ceder "alguna cosilla de Defensa que hay en Coruña". Vázquez quería el cuartel de Atocha -como años más tarde deseó también su sucesor, Javier Losada-, pero sobre las posibles utilidades que la instalación pasaría a tener nadie daba pista alguna. Actividades sociales, culturales, educativas o institucionales, era la imprecisa respuesta.

Aquello fue una falsa esperanza. En diciembre del mismo año fuentes de la Secretaría de Estado de Defensa descartaban entre sus previsiones, y "prioridades", trasladar el recinto militar de Atocha. Vázquez no daba el partido por perdido y algo más de un año después aseguraba que seguía negociando la cesión del cuartel. Defensa lo negaba a finales de febrero de 2006. "Es un edificio necesario para el Ejército español", justificaba el Ministerio. En julio de 2008 más de lo mismo: el "imprescindible" edificio albergaría servicios militares, apuntaban fuentes del Ejército en la ciudad.

Pasado el tiempo, ni PP ni BNG, hace diez años en la oposición e indignados con el tratamiento que Defensa daba a la ciudad, han vuelto a reclamar la transferencia del emblemático cuartel, un monumental recinto de nueve hectáreas, con bajo, dos plantas y un enorme patio interior, puesto en pie durante cuatro años a mediados del siglo XIX.