El nuevo disco de Sidonie bebe de la literatura de Isaac Asimov y de los replicantes de Blade Runner. El Playa Club abre mañana sus puertas a las 23.00 horas para que los catalanes desglosen las historias que componen su Sierra y Canadá. Entradas anticipadas a 14 euros y a 17 euros en taquilla.

-Tras un verano de festivales, ¿qué encuentran en las salas?

-Ves los ojos de la gente, y es tan emocionante como tocar en un festival. Si en los festivales tienes el poder del sonido y las luces, aquí tienes el del público. En el concierto repasaremos nuestro repertorio, pero también haremos alguna versión en inglés.

-¿Echa de menos el inglés?

-Echo de menos cantar en inglés, pero no echo de menos componer en inglés. No descarto volver a hacerlo, pero no me veo. Sí nos veo cantando en catalán o italiano.

-Para grabar este disco escucharon a Kraftwerk, los pioneros de la electrónica.

-Cuando pensamos en Kraftwerk nos viene una imagen a la cabeza que supera lo musical. Era una banda alemana con grandes ideas y melodías. Lo que estaban haciendo era tan innovador que todos los grupos nos quedamos con la parte superficial de la electrónica. Pero tenían grandes canciones. Consideré que tanto ellos como los grupos de synthpop ingleses como Pet Shop Boys tienen grandes melodías. Y eso es lo que nos mueve.

-¿Es un homenaje a todos aquellos grupos ochenteros?

-Lo es, a toda una serie de grupos que no habíamos tratado en nuestro estudio de grabación. Siempre nos fijamos mucho en los 60 y los 70. También en los 90, que es cuando crecimos musicalmente. Nunca nos habíamos fijado en ese período del pospunk, la nueva ola y todo lo que se hizo con la electrónica.

-¿Qué importancia tuvo para el disco el teclado eléctrico que compró de segunda mano?

-Realmente ya estaba escuchando mucha música de este tipo. Pasé por una tienda de instrumentos normal y, como vas buscando unos sonidos determinados, vi el teclado y pensé: "debe de ser eso". El disco se construyó a partir de él.

-¿Fue una aparición?

-Sí, eso pasa muchas veces. Llegas a casa y te empiezan a salir canciones. Además, nunca había tenido uno, era como un juguete nuevo.

-¿Cuál fue la reacción de Axel y Jesús cuando lo llevó al estudio?

-A ellos lo que les importa es que llegue con buenas canciones, les da igual que vaya con un sintetizador o con un banjo (se ríe). Lo que me sugería el teclado era una buena música electrónica.

-¿Les cuesta tomar decisiones en común tras más de 15 años?

-Como compositor principal me sigue costando llevar canciones al local de ensayo. Lo primero de todo es que las canciones que llevo les agraden a ellos. Son mi público.

-Volvió a convencer a su hermana para cantar con ustedes.

-Sí, tenía la canción Gainsbourg y me imaginaba ese tipo de duetos que Serge Gainsbourg hacía con Brigitte Bardot o Jane Birkin. Me apetecía hacer el juego masculino-femenino, además de ser una canción bastante sensual.

-¿Le ha dado un toque más femenino a este disco respeto a El Fluido García

-Creo que es por el uso de teclados y el haber aparcado un poco las guitarras, que siempre las asocio con voces masculinas. La mayoría de las canciones van dedicadas a mujeres. El Fluido García era una paja, estaba pensado de forma onanista, en uno mismo. Este es ya pensando en una pareja.

-En el plano sonoro mantiene la psicodelia habitual.

-Es marca de la casa, incluso haciendo El Incendio, que es el disco más pop y más digerible, sin pretensiones experimentales. Incluso en ese disco demostramos nuestra procedencia y que nuestra escuela son los discos que aparecieron en la segunda década de la época psicodélica. Siempre estará presente.

-¿Tienta volver a hacer un disco como El Incendio

-Corrimos el riesgo de repetir la fórmula, porque a nivel de público y dinero nos iba muy bien. Al final buscamos una cosa que nos satisfaga del todo. Hay que ser honesto con uno mismo y hacer lo que te apetezca, porque si no acabas engañándote a ti mismo. Nos pueden criticar por populares dentro del indie, pero no hay nada de malo en ello.