El presunto cabecilla de la trama que, según los informes policiales, creaba "chiringuitos para captar subvenciones" destinadas a cursos de formación para emprendedores y discapacitados, se codeaba con altos cargos del PP de toda España. Gerardo Crespo, dirigente de once empresas, siete asociaciones y vinculado a cuatro entidades, figuraba entre los invitados a cualquier evento que se preciase en la ciudad. Milita en el PP, pero él presumía de tener amigos en todos los bandos. Sus contactos, según reflejan los pinchazos telefónicos, lo dejaron solo a finales de 2011, en cuanto comenzó la investigación judicial sobre irregularidades en el cobro de subvenciones millonarias.

En 2012, la Xunta, con la operación policial ya abierta, hizo las primeras inspecciones en sus empresas. Hasta ese momento nadie le había pedido explicaciones. Cobraba desde hacía años, también con el bipartito, millones en ayudas públicas -el Gobierno de Feijóo le entregó 15 millones entre 2008 y 2012-, pero hacía y deshacía las cuentas como quería. Los cursos, a veces, ni los daba. Los controles del Ejecutivo gallego sorprendieron al propio Crespo, según consta en las grabaciones telefónicas. La Xunta, al detectar las irregularidades que ya investigaba el juzgado, le exigió la devolución de algunas de las subvenciones, lo que hizo desesperar al empresario, que en ese momento tenía un patrimonio valorado en 4 millones de euros y unos gastos fijos mensuales de 5.000 euros.

La popularidad de Crespo cayó de repente y sus contactos lo ignoraban. Enrabietado y sin encontrarle explicación a lo que sucedía, llamaba y enviaba mensajes a altos cargos populares, entre ellos a Negreira, a sus asesores y a dirigentes vecinales simpatizantes del PP, como Juan Sáenz-Chas, presidente de la Federación de Vecinos Salvador de Madariaga, ligada a los populares. En una conversación, Crespo le informa de que se va a reunir, presuntamente, con el alcalde: "El jueves me recibe Carlos. Le voy a decir que o se arregla esto o mal porque a mí ya me da igual todo. Pero nada, pasaré a Unión Coruñesa".

El dirigente de la federación le aconseja que intente solucionar el problema por las buenas: "Tú dile: mira, macho, ya no me importa echar a la gente, pero es que yo me quedo en la puta calle, en la puta calle. No quiero estar así, joder. Quiero una salida concreta porque ya no aguanto más. ¡He hecho muchas cosas por el partido, joder. Y he soltado mucha pasta, coño!". Crespo también intercambió impresiones con Héctor Cañete, el presidente de la Asociación Provincial de Hostelería de A Coruña, una entidad que está siendo investigada dentro de la operación contra el cobro fraudulento de subvenciones. Uno de los pinchazos recoge una charla en la que el empresario le dice a Cañete: "He hablado con Carlos sobre el tema y me ha dicho que nos defendamos y que tengamos cuidado que hay mucha piraña suelta, eso fue lo que me dijo". A lo que el hostelero responde: "Bueno, pero al final te demuestra que Carlos lo sabía [refiriéndose a las inspecciones de la Xunta], es que era de cajón". Crespo, añade: "Lo sabía, si, si, si.... y que le preocupa y que quiere que lo arreglemos y que nos defendamos. Me vino a decir que era injusto, hay muchas pirañas sueltas, me dijo... Una directora general tiene que saberlo y tiene que avisar. A nosotros alguien nos tiene que avisar porque estamos con las espaldas descubiertas, joder".

Dos meses antes de esa charla, en marzo de 2012, Crespo le enviaba mensajes al alcalde. "Hola, Carlos: Antonio Duarte, de USO [un sindicato] quiere que le recibas conmigo. Oye, me siento amparado y muy feliz del amigo alcalde que tengo", escribía en uno de ellos. En el mes de junio, tres meses después, la operación policial, hasta entonces secreta, se hizo pública con el registro, por sorpresa, de dos entidades de Crespo. Los agentes se incautaron de documentación muy valiosa sobre la supuesta trama de cobro fraudulento de subvenciones.

Ese mismo día, Chas telefoneó al empresario: "Mira, hablé con Carlos", le dice, presuntamente, refiriéndose al alcalde. Crespo lo interrumpe: "Y, ¿y qué? ¿y qué?". El presidente de la federación le responde: "Me dice que mucho ánimo y que te defiendas". A continuación, según consta en las escuchas incluidas en el sumario, Crespo profiere un insulto contra el regidor, ante lo que Chas reacciona intentándolo convencer de que Negreira está al margen del asunto y de que hay "una trama profunda" que va "más allá" de la directora general. "Esto se lo han dado mascadito a Bea, yo no creo que esto sea Bea", le comenta, supuestamente, en referencia a la conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato.

Coruñeses del Año

La popularidad de Crespo en los círculos sociales de A Coruña era tal antes del desmorone de sus "chiringuitos" que decidió erigirse en líder de su barrio, El Ensanche. Creó la asociación de residentes en la zona y protagonizó manifestaciones, sobre todo contra el botellón y el horario de cierre de las discotecas. Era la época en la que Losada ejercía de regidor y Negreira comenzaba su carrera hacia la Alcaldía. El portavoz de los vecinos llegó a formar patrullas ciudadanas para vigilar su barrio por la noche. El BNG, que formaba gobierno con el PSOE, acusaba al PP de estar detrás de las protestas. En su lucha, Crespo acusó a la Policía Local de estar en "connivencia con delincuentes", lo que le costó una denuncia por parte de los agentes y terminó prestando declaración en los juzgados. Aunque milita en el PP, los nacionalistas también le daban contratos, según refleja el sumario. "Son cosas pequeñitas, pero el bipartito me las daba y los funcionarios querían que las tuviese", le dice a una asesora del alcalde en una conversación en la que protesta porque no le adjudicaron un contrato.

En sus buenos tiempos, en 2004, creó el premio Coruñés del Año, otorgado por su asociación vecinal. Entre los galardonados que fueron a recoger la distinción y a ensalzar la figura de Crespo figuran el exdirector de Caixa Galicia, José Luis Méndez; el exalcalde Francisco Vázquez; el portavoz del PSOE en el Parlamento, José Luis Méndez Romeu; el exministro César Antonio Molina; y la conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato.