Los vendedores ambulantes del mercado de A Sardiñeira solicitaron ayer al Gobierno local -con una manifestación en la plaza de María Pita- que les deje poner sus puestos en Eirís y en Novo Mesoiro durante la semana. Aseguran que la cita del sábado en A Sardiñeira ya no es productiva, así que quieren trasladar su modelo de negocio a otros barrios.

"Somos los gitanos del siglo XXI, no los de hace cuarenta años, queremos trabajar para pagar nuestros impuestos, el agua, la luz, el alquiler...", decía, megáfono en mano, el portavoz del colectivo, Ramón Borja. Tras él, una treintena de comerciantes, tocando una cacerola, grabando la protesta, esquivando las casetas del poblado navideño de la plaza de María Pita, soltando petardos y encendiendo pequeñas bengalas.

El colectivo denuncia que lo está "pasando muy mal" y que el Gobierno local no cede a sus demandas. "De los 250 vendedores que podemos ir a A Sardiñeira los sábados solo aparecemos diez o doce", explicaba ayer Borja. Para paliar la bajada de las ventas, los comerciantes proponen que se mantenga el mercadillo de los martes en A Sardiñeira, porque consideran que "va bien", pero exigen que, a lo largo de la semana, se les habiliten otros espacios para poder comerciar con sus productos.

"Queremos ir al mercadillo para poder vender, que es lo que sabemos hacer, queremos trabajar, como cualquier payo, a ver si nos escuchan [el alcalde] Carlos Negreira o [el primer teniente de alcalde] Julio Flores y nos ayudan", decía ayer Borja, que insistía en que es necesario llevar a otros barrios los mercadillos para que sean rentables para los vendedores ambulantes.

En la solicitud de manifestación en la plaza de María Pita, el colectivo advirtió al Concello de que irían unos "500 vendedores ambulantes" y de que, algunos de ellos irían acompañados de sus "cabras y asnos", aunque, finalmente, los animales que pisaron la plaza fueron los de siempre, los perritos de compañía y los caballos inanimados del carrusel veneciano.