Por fin, algo que celebrar. Una fecha en el calendario que trata de ellas, de las que se levantan a diario e intentan cambiar el futuro escrito para ellas.

Residen en los asentamientos chabolistas de la ciudad, en As Rañas y en A Pasaxe, algunas nunca han vivido en otro lugar pero, desde hace unos días, han dado un paso más en su proyecto de autoempleo, Mulleres Colleiteiras. Iniciaron su camino con un proyecto piloto, recogiendo aceite usado de las viviendas de Monte Alto, con sus uniformes púrpura y sus contenedores naranjas y amarillos, para darle, después de un tratamiento, una nueva vida.

La Mutua Madrileña les ha dado un premio de 5.000 euros, así que han iniciado ya los trámites de constitución de su empresa y pronto empezarán a buscar una nave en la que poder instalarse y seguir adelante con la iniciativa que se ha convertido ya en parte de sus vidas.

Y, por eso, ayer, alrededor de una de las mesas del monte de San Pedro, tenían mucho que celebrar. "Vivan las mujeres trabajadoras", decían, después de hacerse unas fotos y sus pequeños jugaban y se reían, en una tarde diferente, de aceitunas, tortilla con cebolla y flan.

Ellas, las que tienen hijos, las que están pendientes de que coman y de que no se hagan daño, las que quieren aprender a hacer un pastel de chocolate con Conguitos, son las mismas que, ahora, se enfrentan a la tarea de ser empresarias, de dar el siguiente paso. Lo harán, como todo este proyecto, de la mano de los voluntarios de Arquitectos Sen Fronteiras, los impulsores de este proyecto de autoempleo.