Las obras están inauguradas, aunque eso no significa que estén rematadas y es que, tan solo un día después de que el alcalde, Carlos Negreira, declarase abierto al público el 40% de las obras de remodelación de la Marina, los operarios se afanaban en seguir trabajando en ese lugar. En la explanada, en esos 12.000 metros cuadrados -entre el borde de la dársena de la Marina y el hotel NH- que quedaban abiertos a los paseantes y supuestamente finiquitados el pasado lunes, había ayer carretillas y obreros sellando los adoquines, echándole esa pasta que los une e impide que nazca hierba en las juntas.

Y, ¿por qué la visita del alcalde y el presidente del Puerto, Enrique Losada, si las obras no estaban listas? Pues porque la ley electoral prohíbe que se realicen actos propagandísticos, como inauguraciones una vez que se hayan convocado los comicios municipales. Ese anuncio salió publicado ayer en el Boletín Oficial del Estado, así que el lunes era el último día en el que los partidos políticos se podían intentar colgar una medalla en la pechera de su gestión.

A pesar de la visita institucional y de esta virtual entrada en funcionamiento del 40% de las obras de la Marina, quedan todavía unos 18.000 metros cuadrados por rematar. En principio, el presidente del Puerto había fijado como fecha de apertura el 30 de abril, aunque, a menos de dos meses de que se celebren las elecciones municipales y ya sin días para poder inaugurar ni anunciar proyectos, la cita con el calendario es solo "un objetivo".

Lo que no cambiará, según explicó el regidor municipal el pasado lunes, es el "ritmo de trabajo", una circunstancia que llevó al Gobierno local a consentir que el horario de trabajo de los operarios se prolongase hasta la noche. El Ayuntamiento ha negado que el trabajo a todas horas en la Marina se deba a su interés de abrir la zona antes de las elecciones y lo justifica en la necesidad de abrir cuanto antes la zona para evitar molestias a los vecinos. Para los próximos días quedan todavía el acondicionamiento de 18.000 metros cuadrados de superficie y la apertura del paso soterrado que une Alférez Provisional con los túneles de O Parrote y María Pita.

Para los vecinos y turistas que ayer se decidieron a echar un ojo a ver cómo había quedado este pedazo inaugurado de la obra, la impresión fue casi la misma, que no estaba mal, aunque, eso sí, habría que esperar al resultado final. "Todavía es pronto para juzgar", decía ayer Manuel Torres, vecino de El Ensanche, que no está a favor ni de que se haya conservado la verja portuaria ni el edificio que de una planta que está dentro del recinto reformado.

Para Alejandro Sánchez, un vecino del paseo marítimo, la conservación de la muralla tampoco era "necesaria" y considera que, si el peatón es el protagonista, no debería haber elementos que interrumpan su paso, aunque Patrimonio haya dicho que es necesario conservarlos y mostrarlos a oriundos y visitantes.

Esta forzada madurez que se le ha otorgado a la reforma de la Marina no ha convencido mucho a los usuarios que, ayer, echaban en falta un carril bici para poder circular sin miedo a darse de bruces con un vecino o con un obrero, de esos que, ayer, todavía colocaba pasta entre los adoquines. "A ver cómo queda", se decían ayer unos a otros los paseantes, con la esperanza de que todas las carencias que se encontraban quedasen solventadas en el futuro.

Del otro lado de la malla verde de obra, colgaban ayer todavía las imágenes que Ayuntamiento y Puerto financiaron para promocionar la obra y en las que se ofrecía una imagen idílica de esta parte de la ciudad, ahora teñida de gris cemento y adoquín recién empastado.