El Gobierno local prometió en noviembre que convertiría al Barrio de las Flores en la próxima área de rehabilitación integral (ARI) de la ciudad pero, por el momento, de las palabras no se ha pasado a los hechos. Pese a ser una histórica reclamación vecinal y una de las promesas electorales del Partido Popular, el Ejecutivo ha excluido al barrio de la solicitud aprobada la pasada semana para adherirse al plan estatal 2013-2016 de rehabilitación edificatoria y regeneración urbana, en el que sí se han incluido O Ventorrillo, Labañou y el castro de Elviña.

Estas tres áreas son las primeras ARI -ahora conocidas como área de renovación y regeneración urbana (ARRU)- declaradas por el Concello desde 2010. El alcalde, Carlos Negreira, justificaba en noviembre no haber solicitado para el Barrio das Flores esta categoría por no haberse abierto desde entonces ningún nuevo programa. Sin embargo, ahora tampoco ha sido su momento.

Negreira había asegurado entonces que solicitaría su inclusión en el marco de un nuevo programa de la Xunta que se lanzaría en 2015 pero del que todavía no se ha tenido noticia. El Gobierno gallego participaba junto al Estado, el Concello y las aportaciones de los vecinos en la financiación de los últimos programas a los que se acogieron las ARI coruñesas. En esta ocasión no lo hace. Desde el Concello no han querido atender las peticiones de información formuladas por este diario sobre este proyecto y sobre el anunciado plan de ayudas del Gobierno gallego.

Un total de 2.000 familias residen en este polígono de viviendas sociales del Barrio de las Flores. Los inmuebles fueron levantados en las décadas de los 60 y 70 y en su momento fue considerado como un diseño ejemplar en su especie dentro del movimiento moderno de la arquitectura española.

Por encargo del Ayuntamiento en 2007, un grupo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura elaboró un estudio bajo la dirección del director del departamento de Urbanismo, José González-Cebrián, y coordinado por el que hoy es concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado.

El estudio concluía que se podía mejorar la calidad de vida de los vecinos y, además, revitalizar el espíritu arquitectónico de vanguardia con el que fue concebido sin "perder su espíritu de barrio". Acompañado de un informe sociológico, la propuesta incluía actuaciones en los espacios como la sustitución de las escaleras por rampas, la creación de pasarelas peatonales y la apertura de los accesos a los garajes.