-¿Por qué ha decidido presentarse otra vez para dirigir la delegación coruñesa del COAG?

-Me lo pidieron los que fueron mi secretaria y mi tesorero y les dije que sí, lógicamente, por coherencia, por amistad y lealtad porque hace dos años los lié yo a ellos. Me convencieron bien.

-¿Por qué?

-En estos dos años hemos abierto unas líneas de acción, una programación cultural muy intensa y potenciamos las relaciones con los ayuntamientos y con otras asociaciones. Lo fundamental de estos dos años en la delegación de A Coruña, que es la que más colegiados tiene de Galicia, es que fue ninguneada por la central, que aplica un pensamiento único, monocorde, y no permitió libertad de acción a las delegaciones. A Coruña debe aumentar su voz en el colegio. Creemos que el colegio debe tener muchas voces porque, cuantas más tenga, más rico y completo será, alejado de ese discurso único y gris. Hay un montón de gente a la que nosotros creemos representar y de la que hemos recibido apoyos, a la que queremos dar voz y que, con ellas, por distintas, se enriquezca el colegio. Que no haya siempre un ordeno y mando, al contrario, que las delegaciones tengan una gran libertad de acción. Durante estos dos años han intentado constantemente ponernos zancadillas y basta que me quieran echar para que yo me decida. Tú te vas de aquí cuando lo dicen los colegiados. Nos metieron mano en la caja y hubo otras provocaciones que me animaron a presentarme, porque para eso soy bastante terco.

-¿Cuál va a ser el papel del colegio en la política urbanística de la ciudad, sea cual sea el resultado de las elecciones municipales?

-El colegio tiene que tener una política de colaboración con los ayuntamientos, no solo con el de A Coruña, sino con todos los de la demarcación. Tiene que ser un órgano que esté ahí para echar una mano en lo que se pueda y eso significa dar su opinión desde el punto de vista de los colegiados y en defensa de la arquitectura. Siempre es bueno tener la mano tendida a la colaboración y, como a los amigos, hay que decirles las cosas que uno piensa.

-¿Mantendrán un postura crítica?

-Crítica siempre. La crítica es una opinión ponderada y razonada y en búsqueda de una política urbanística mejor para la ciudad. Por eso el colegio de arquitectos siempre ha estado y seguirá estando muy implicado en las políticas urbanísticas, evidentemente, aunque no somos más que un colegio de arquitectos.

-Ni más ni menos.

-Ya, pero no tenemos poder. Si un proyecto tiene la legalidad de su parte, aunque no nos guste, el COAG no puede hacer nada, porque está obligado a cumplir la ley. No tenemos poder ejecutivo, nuestro humilde poder es el conocimiento, aunque yo creo que expresar criterios siempre es hacer algo, si se hace alejado de cualquier tipo de pelea y de interés personal y sin buscar la confrontación. El colegio, esté quien esté al frente, tiene que defender los intereses de los colegiados y de la ciudad.

-El colegio es uno de los pocos colectivos de la ciudad en los que el PP no ha logrado introducirse, ¿lo intentarán estas elecciones?

-El colegio es un organismo independiente, de sociedad civil en el que no debe influir para nada la política de partidos. Las querencias que tenga cada uno son las de cada uno, pero en principio, no lo creo. No creo que nadie se presente en nombre del PP, ni lo creo ni lo deseo. No me encaja.

-¿Qué objetivos se marca para los dos próximos años si, finalmente, es reelegido?

-Darle continuidad a lo hecho, porque con presupuesto cero hemos hecho las primeras exposiciones de las obras de Albalat y de Gallego, hemos dado a conocer la arquitectura gallega. Y, ahora, queremos dar voz a lo que están haciendo los jóvenes que, en estos momentos, son los más castigados. Yo, como profesor, lo veo. Mi intención es poder enseñar el trabajo de la gente que está empezando y de la que lleva tiempo peleando. Lo que nos interesa es que el colegio sea un lugar en el que, si alguien tiene algo que decir, que pueda hacerlo y se sienta apoyado por los compañeros.