Salió Xulio Ferreiro como custodio del bastón de mando a la plaza. Lo levantó con el puño firmemente cerrado. Una réplica a pie de calle de la rocosa María Pita, que observaba la desconocida escena coruñesa sobre su pedestal y una llama eterna que a veces le da por no funcionar. "Esto es vuestro", proclamó el nuevo regidor ante unas 1.500 personas que acudieron a la convocatoria que había hecho Marea Atlántica el día anterior.

"La plaza entró en el pazo", repitió Ferreiro en una jornada "alegre e histórica". "¡Que sí, que sí nos representan!", gritaban los allí congregados, superponiéndose a la Foliada da Coruña y el Grândola, Vila Morena que interpretaban los gaiteiros, pandereteiros y bailadores que se dieron también cita en pleno corazón de la ciudad.

Tras un inicial baño de masas, Ferreiro y los concejales de Marea Atlántica ofrecieron el báculo "a las gentes de A Coruña", pasando el testigo a cinco vecinos, de una adolescente de 14 años a un octogenario feliz para simbolizar el paso que tendrán la obligación de convertir en realidad en los próximos cuatro años. Con una distancia prudente, sin sumarse a la fiesta pero también en la plaza, el grupo municipal socialista, cuyos votos permitieron la investidura de Ferreiro, supervisaba la escena.

El mayor de los coruñeses elegidos, Ricardo Quiroga, afirmó que, después de haber vivido múltiples etapas políticas, ve que A Coruña está "en el comienzo de un tiempo nuevo". Pidió a los nuevos gobernantes que, en la medida de sus competencias, se ocupasen "de la enseñanza", porque "solo por medio de la educación" pueden crecer "personas en libertad".

En segundo lugar, Ana Fernández Losada puso sus esperanzas en conseguir un "clima de diálogo y de cooperación para que la marea sea buena para todos" y Chemi Jiménez apostó por que los ciudadanos asuman su papel. La benjamina, Leticia Vázquez, llamó a su generación a mirar a su alrededor y a no quedarse sentada en el sofá "para no hacer nada".

Y finalmente, Leticia Barbadillo, con Max en brazos, que, aunque le daba pánico a participar con su hijo, aceptó convertir la "foto de poder con bebé en foto de poder con responsabilidad" para ser capaz de rendir cuentas a su niño cuando sea "un adolescente enfadado con el mundo".

Hubo marea, hubo alguna lágrima de emoción y hubo foliada. Y mientras la primera teniente de Alcaldía se marcaba una pieza con un bailador, Xulio Ferreiro intentaba abrirse paso hacia el interior del Palacio Municipal, con selfies incluidos. Minutos más tarde, explicaba a la prensa sus impresiones de la mañana. "Muy emocionante todo, estoy un poco superado emocionalmente por las circunstancias, muy contento, ver esta alegría en la gente emociona y responsabiliza, todo un poco junto", respondió.

"Con esto queda demostrado que no somos una persona o dos las que estamos en el Concello, sino 39.000 personas y más que se irán sumando para ir haciendo marea para que entre todos gobernemos la ciudad", concluyó. ¿Y mañana? "A trabajar, a aterrizar en los puestos de responsabilidad y planificar".

"La gente estaba ilusionada con esto, tenemos una oportunidad de que las cosas sean diferentes y tenemos que aprovecharla", concluía el nuevo alcalde coruñés, con voz entrecortada y apurando su intervención para no llorar. Muchos jóvenes de la treintena y la cuarentena a su alrededor pero sobre todo una gran representación de una generación de unos sesenta años, la mayoría reviviendo emociones. "A decepción é limitada, a esperanza é infinda. Marea democrática na Coruña!", resumió el escritor Manuel Rivas cuando todo acabó.