Los actos de la campaña Orgullosísimos, elaborada para celebrar el Día del Orgullo de la comunidad LGTBIQ se cerraron ayer con una mesa redonda en la que participó el director de la Coordinadora Estatal de VIH, Cesida, Antonio Poveda, en la que se habló de los nuevos retos en la prevención del VIH.

-¿Cuáles son esos nuevos retos a los que se enfrenta la sociedad en relación al VIH?

-El VIH una realidad con la que llevamos viviendo treinta años y es necesario seguir trabajando en ella. Es una pandemia que sigue afectando a toda la población, pero hay sectores en los que está afectando de una manera más significativa, como es el caso de los hombres que tienen sexo con hombres. Las últimas cifras nos hablan de que un 51,2% de los nuevos diagnosticados son hombres gays o que tienen sexo con otros hombres. Somos una de las poblaciones que más usa el preservativo, pero hay una parte de la población que, por diversas circunstancias, necesita que se siga haciendo campaña para que no siga aumentando esa cifra.

-Es significativo el número de contagios en jóvenes, ¿verdad?

-Efectivamente, aunque en las organizaciones que trabajamos con el VIH no nos gusta utilizar la palabra contagio, preferimos transmisión, porque contagio tiene una parte que puede llevar a continuar el estigma social del VIH. Hay en la actualidad, por un lado los hombres que tienen sexo con hombres, los gais, la población más joven y también la población inmigrante, que yo destacaría que no viene infectada de su país de origen sino que se infecta aquí. La historia del VIH está siendo un éxito en lo científico y un fracaso en lo social.

-¿Por qué?

-En lo científico, se está avanzando de una forma rápida, aunque no todo lo que quisiésemos. Se está consiguiendo que, con las nuevas medicaciones que hay, una persona que actualmente está diagnosticada con VIH pueda vivir una vida normal y morirá a la misma edad que cualquier otra persona de su generación. Se han desarrollado medicamentos que consiguen dejar la carga viral indetectable y que, además, no tenga los efectos secundarios de los primeros medicamentos. Esa medicación hace que esa persona diagnosticada y en tratamiento y con esa carga viral indetectable tenga muy difícil transmitir el VIH en las relaciones sexuales.

-¿Es el gran reto, llegar a ese punto?

-Ahora hay personas seropositivas, seronegativas y seronolosé, que es la gran parte de la población. Ese es el gran reto: diagnosticar a toda la población que pueda vivir con VIH. Con el sida se ha marcado un objetivo claro para 2020, al que llaman 90-90-90, que es diagnosticar al 90% de la población, que esté en tratamiento y que pueda llegar a tener la carga viral indetectable. Se ha conseguido reducir la carga viral y, para lograr que haya menos transmisiones, a lo que se tiene que llegar es a reducir la carga viral comunitaria, como ya ha pasado con otras enfermedades. Hay que conseguir que la gente esté diagnosticada y tratada y que, de esta forma, haya menos posibilidad de transmisión del virus en la sociedad.

-¿Son extrapolables estos datos a A Coruña o hay alguna particularidad en la ciudad?

-No tengo los datos en la ciudad, pero no creo que haya una gran diferencia con el resto del Estado. Actualmente, se ha conseguido que la gente que está tratada no desarrolle el virus del sida, pero sigue aumentando el número de infecciones. El foco se tiene que poner en parar esas transmisiones. Con prevención, con sexo seguro, haciendo la prueba al mayor número de la ciudadanía y tratando a los diagnosticados lo más rápido posible.

-¿Han bajado la guardia los jóvenes al ver que la enfermedad es crónica y no letal?

-Los jóvenes no perciben que el VIH sea un problema de su generación sino de una generación pasada. No se habla como antes. Somos partidarios de no dramatizar esta situación del VIH porque no se correspondería con la realidad. Hay que apostar y seguir luchando por combatirlo. El objetivo para 2020 es llegar a generaciones sin VIH. Echamos en falta apoyo a las organizaciones que están trabajando en la prevención y valentía por parte de los gobiernos para poner su empeño en que esta pandemia pueda dejar de existir en unos años y tenemos esa posibilidad. Se trata de invertir más recursos y somos partidarios de recomendar a toda la población sexual activa a que se haga la analítica del VIH de forma cotidiana. En este país tenemos un ejemplo, ya no hay transmisiones de madres a hijos por este motivo, porque se les hace la prueba a las embarazadas y, en caso de resultado positivo, se evita que pueda haber transmisión. Creemos que hay que apostar por esta estrategia.

-¿Cómo han afectado los recortes a las entidades que, como Casco, se dedican a trabajar en la prevención de VIH?

-Se merecen mucho más apoyo del que están recibiendo en la actualidad, porque están llegando a espacios a los que no llega la Administración, de una forma muy profesional, y porque hacen su trabajo entre iguales. Son las que mejor pueden llegar a la población, tanto a la que viene con VIH, porque va a recibir mejor el mensaje de una persona que ya ha pasado lo mismo que ellos, como haciendo prevención en los sectores de la población más vulnerables. Estas asociaciones, además, también trabajan para reducir el estigma asociado al VIH y ese es un trabajo que tendría que ser reforzado por las administraciones públicas.