La decisión de urbanizar una amplia zona situada entre Monelos, O Castrillón y A Cubela fue el origen del proyecto del parque de Oza, que fue presentado por el Ayuntamiento en agosto de 2005. Los terrenos estaban ocupados entonces por viviendas unifamiliares y huertas, por lo que tenían un carácter marcadamente rural que el Gobierno local pretendía transformar mediante la construcción de una zona verde con un concepto innovador.

Sobre los 55.626 metros cuadrados existentes entre la ronda de Outeiro y la iglesia de Santa María de Oza se planteaba instalar jardines de estilo inglés, francés y japonés, además de cursos de agua, cascadas y estanques en los que se colocarían molinos y juegos interactivos. El parque dispondría además de dos zonas de juegos infantiles y de una cafetería que ocuparía la zona más alta, por lo que también contaría con un mirador. Otros equipamientos previstos fueron un circuito de monopatines y una pista polideportiva que podría ser cubierta, además de juegos de petanca y chave.

Por si fuera poco, el parque dispondría de paneles solares que proporcionarían energía para el alumbrado, la iluminación de los aseos y la cafetería, de forma que esta zona verde se autoabastecería de electricidad. Los planes del Gobierno local fijaban el comienzo de las obras antes del final de ese mismo año y calculaban que la inversión sería de 1,8 millones de euros.

Pero, al igual que en otros casos, la realidad difirió mucho de los planes municipales, ya que los primeros trabajos no dieron comienzo hasta el año 2007, la primera piedra se colocó en 2008 y el parque se inauguró en junio de 2010. Por si fuera poco, el diseño final de la zona verde tuvo muy poco que ver con el presentado inicialmente, ya que los jardines inglés, francés y japonés fueron suprimidos, al igual que la cafetería con mirador, la pista para monopatines, la pista cubierta y los juegos de chave y petanca.

Gran galería

Los terrenos albergaban una antigua mansión con una gran galería cuya conservación fue reclamada, ya que fue diseñada por el arquitecto Juan de Ciórraga, pero finalmente fue derribada. La existencia de restos históricos, como los de la antigua capilla del Carmen, motivaron quejas vecinales que consiguieron modificar el planteamiento original. También fue necesario modificar aspectos del proyecto debido a las deficiencias aparecidas en las canalizaciones de la zona y además el presupuesto se disparó de tal manera que en las dos fases en las que se dividió la obra tuvieron que volver a ser licitadas al superarse el límite del 20% en el sobrecoste, que las empresas justificaron por los incrementos económicos necesarios para llevar a cabo las actuaciones previstas.