A Coruña consume una semana inédita en su historia política reciente. La relación de fuerzas resultado de las elecciones municipales de mayo, con un Gobierno local que precisa acuerdos con otras fuerzas para sacar adelante sus proyectos, lejos de aproximar a los cuatro grupos en busca del consenso, los ha distanciado al máximo, hasta el punto de que la oposición, con el voto en contra de PP y BNG y la abstención del PSOE, tumbó la primera modificación del presupuesto presentada por Marea Atlántica. Que un Ejecutivo, aunque gobierne sin mayoría absoluta, sea incapaz de sacar adelante un proyecto contable abre un escenario nunca vivido en la ciudad en las tres últimas décadas. A Marea Atlántica le bastaba la abstención del PSOE y del BNG para, con el voto de calidad del alcalde, vencer la previsible oposición del PP a la modificación presupuestaria. Pero, a media semana, los nacionalistas advirtieron de que votarían en contra y quebraron cualquier esperanza del Gobierno local de aprobar el cambio contable.

La falta de apoyo de socialistas y nacionalistas, en los que Marea debe buscar sus aliados naturales para alcanzar acuerdos durante los próximos cuatro años, nace, fundamentalmente, de la estrategia seguida por el Gobierno local para tramitar el proyecto. Antes de negociar el presupuesto con ellos, Marea Atlántica optó por aprobarlo en Junta de Gobierno Local, paso preceptivo antes de someterlo a debate en el pleno de la Corporación. Solo después fue cuando citó a PSOE y BNG para discutirlo. Y, entonces, ya había enojado a los dos grupos de la oposición al presentarles para negociar un documento ya elaborado y que, según ambos, solo podía ser modificado en período de alegaciones después de su aprobación por el pleno, aunque el Gobierno local les garantizó que podría cambiar algunos aspectos del documento antes de la sesión de la Corporación. A las diferencias por la estrategia de negociación seguida por el Gobierno local, se añaden las derivadas de los gastos reducidos por el Ejecutivo para hacer frente a otras partidas. En su mayoría, tres millones de euros de casi seis millones de que constaba la modificación, el Gobierno local pretendía hacer frente a pagos que había dejado pendientes el anterior Gobierno local, del PP, por presupuestar de forma insuficiente, por saltarse el procedimiento legal o por encargar servicios sin consignación contable. Pero la otra mitad del cambio restaba presupuesto a unos gastos para afrontar otros. Y ese movimiento de dinero no convenció a la oposición.

El Gobierno local alegó que ninguna inversión reducida mermaba obras o servicios municipales. Pero su argumento no le acercó a los otros grupos. Ni al PP, que centró su oposición en la crítica al alcalde por irse de vacaciones, sin recordar los populares que Carlos Negreira había hecho lo mismo al alcanzar la Alcaldía; ni al PSOE, firme en su negativa a pagar el peaje de apoyar una modificación de presupuesto que "retira casi un millón de euros del área de empleo"; ni al BNG, dispuesto a cambiar su voto en contra si el Gobierno dedicaba la baja de 385.000 euros en la inversión en mercados municipales a la reforma de la plaza de abastos de Santa Lucía. El alcalde, Xulio Ferreiro, reprochó en la sesión que la oposición no ofreciera alternativas de gasto, qué otras partidas quería recortar para salvar las que planteaba reducir el Ejecutivo. El BNG, en realidad, sí formuló una variación concreta que no fue atendida. Bastaba que el Bloque pasara del voto en contra a la abstención para que el Gobierno local pudiera aprobar inicialmente el presupuesto y llevarlo al trámite de alegaciones, en el que se había comprometido a analizar las propuestas de PSOE y BNG. Sin embargo, la desconfianza hacia el Gobierno local ya era de tal calibre en ambos grupos que ni el PSOE votó a favor ni el BNG se abstuvo. El último intento de Marea para convencer a la concejal del BNG, Avia Veira, fue advertirle de la fotografía que obtendría si votaba en contra del Gobierno con el PP. Y no hizo más que empeorar la relación.

Esa fotografía, la de la concejal nacionalista levantando la mano del no al mismo tiempo que el PP, fue la imagen del pleno del viernes. Pero no lo fue por trasladar una pinza de PP-BNG frente a la Marea, sino por constituir la metáfora del inédito momento en el que la oposición tumba una modificación del presupuesto de un Gobierno local en A Coruña. Nada más concluir el pleno, el alcalde mostró su disposición a negociar la nueva modificación del presupuesto "con todos aquellos que demuestren voluntad de diálogo". El BNG ya ha ofrecido su "voluntad de llegar a acuerdos" con la premisa de que la propuesta "esté trabajada previamente con la oposición", una condición obvia. El actual reparto de fuerzas en el pleno municipal así lo exige, para no convertir las sesiones de la Corporación en debates eternos sin acuerdo. No solo el Gobierno local tiene la obligación y la necesidad de abrir esa vía de negociación, sino que sobre la oposición también recae la responsabilidad de alcanzar acuerdos y plantear alternativas.