"Nosotras estamos aguantando las obras porque creemos que vamos a salir beneficiadas después", explican tras el mostrador de la tienda Tous las dependientas Eva Vázquez y Esther Carricarte. Creen que estos dos años de demoliciones, camiones aparcados delante de su puerta y de ruido pueden revertir en la caja registradora de la tienda. "Sabemos que esta situación va a mejorar, porque, por lo menos al principio, seguro que todo el mundo viene a verlo", dice Vázquez. Su teoría, como la de otros comerciantes de la zona, es que, si aumenta el tráfico de gente en el barrio, subirán también las ventas.

"Cuantas más tiendas haya, mejor para todos. Que abran negocios nunca es competencia, es bueno", comenta María Teresa Sexto, de Brancucci, que dice llevar las obras "con tranquilidad" porque considera que son "por el bien de todos".

Un poco más escéptico se muestra Alberto Moscoso, de Sneakers 4 You. Su tienda de zapatillas abrió con los trabajos de remodelación ya empezados, así que no ha experimentado todavía cómo es la venta en una calle sin obras. "A nosotros, por ahora, solo nos afectó para mal. No es solo el ruido, es también la suciedad, porque nosotros no tenemos escaparate, la tienda tiene las dos puertas abiertas, así que hay mucho polvo y hay que estar limpiando todo el tiempo. Supongo que nos irá mejor cuando esté abierto, pero no lo sabemos", concluye Moscoso, que un día se encontró con el mostrador de cristal roto por la mitad por la vibración de las obras.

Con todas las dudas, cree que su negocio ha tenido suerte, porque los clientes no han dejado de ir a pesar de los cortes en la calle y de la falta de aparcamiento. Considera que, si finalmente se revitaliza la zona de la plaza de Lugo con la apertura de este complejo comercial y de oficinas de la empresa coruñesa, serán otras las áreas que se debiliten, como los centros comerciales.

Rubén Sánchez es el encargado del restaurante Mamá Chicó en la calle Picavia. Para él la expectativa es buena, supone que las ventas subirán. "Tenemos menú del día y plato del día, así que, seguro que se incrementan los clientes, tanto por parte de la plantilla de Inditex como de las personas que vengan a comprar", dice Sánchez, que confía en que cambien los hábitos de los clientes.

"Esta zona que es casi peatonal puede hacer que la gente deje de ir tanto a los centros comerciales y que apueste por la compra a pie, por volver a las tiendas de la calle", concluye el encargado de Mamá Chicó.

Quien ve con buenos ojos también la implantación de Inditex es Aurora Martínez, del Kiosco Gaspar, justo en la esquina de Juana de Vega con el Cantón Pequeño. "Cuanta más gente pase por delante mejor, porque ve y siempre compra algo", dice Martínez, rodeada de revistas, periódicos y chicles.

Francisco, que es vecino de la calle Picavia, dice que, como residente en la zona, no cree que le vaya a afectar la próxima apertura de la sede de Inditex en su barrio.

En la calle Compostela, a diferencia de otras vías de la ciudad en las que hay bajos cerrados y carteles de Se vende, Se alquila y Se traspasa por todas las esquinas, tan solo se divisa un anuncio de una inmobiliaria, en el edificio que está encima del Zara de Juana de Vega. No hay locales comerciales disponibles a pie de calle y es que, muchos de ellos los fue comprando el empresario Amancio Ortega. Empezó en 2013 hasta que, finalmente, se puso en marcha el proyecto de remodelación de la manzana Inditex. En la zona se ha instalado también una joyería con relojes de lujo.