-¿Cuál es su opinión sobre el resultado final de la obra?

-No la he visto completa en su totalidad. Sí que es verdad que nosotros habíamos hecho un dibujo, y que hay muchas cosas que no se parecen a él. Algunos temas me hubiera gustado que estuvieran hechos de otra manera, pero supongo que habrá habido razones para que no se hayan ejecutado así.

-En conjunto, ¿se ve responsable del resultado?

-El objetivo principal era que los seres humanos fuesen dueños de esa zona, que se enterrase el tráfico para que la proporción entre tráfico rodado y los seres humanos fuese más favorable a los segundos. Ves la foto de hace tres años de la zona, y el 80% de la superficie era asfalto. Hoy en día, ha desaparecido prácticamente. Otro punto era que la superficie se mantuviese en una única cota, de manera que cuando alguien pasease por los soportales de la Marina pudiese ir al mar sin cruzar ningún tipo de vía rodada, obstáculo, bordillos, bajadas, subidas? En la zona tenía que haber acceso rodado, pero limitado a los usos de los vecinos.

-¿Esos fines se han logrado?

-La última vez que pasé por la zona, cerca del Puerto había un esbozo de vial y un bordillito que, según nuestros planos, no deberían estar. Pero, por lo que he visto, se logra en un 80% o 90%.

-¿Usted firmó las modificaciones del proyecto durante la obra?

-No. Fuimos autores del proyecto, pero la dirección de obra corrió a cargo de la Autoridad Portuaria y de los técnicos que designó. En una fase de la obra tuvimos un contrato de asesoría, pero las decisiones las toman los que tienen el cargo de dirección de obra, que tienen la potestad para autorizar cambios.

-Como la eliminación de la pasarela que había proyectado sobre la esquina de la dársena más cercana a la Autoridad Portuaria, con un coste de 633.000 euros.

-Si venías caminando de la zona del hotel Atlántico, ese esquinazo de la dársena obliga a un cambio de dirección brusco, que se encontraba con tráfico y daba a la espalda del teatro Rosalía. El objetivo de la pasarela era dotar al espacio de mayor amplitud, para que fuese más cómodo. La pasarela era una propuesta de incrementar el contacto de los ciudadanos con el agua, porque bajaba y subía de manera que podías seguir paseando por la superficie o tomar una escalerita que te llevaba a tocar el agua. El elemento simbólico, si quiere, de la cercanía de la ciudad al mar. Esos planteamientos teóricos fueron aceptados por todos.

-Pero luego se eliminó y el entonces alcalde, Carlos Negreira, dijo que era "complementaria".

-No conozco la razón exacta. La pasarela podía ser considerada como un asunto adjetivo. Pero lo considerábamos importante para completar el conjunto.

-Se ha criticado también la falta de sombra en la zona. El número de árboles ha aumentado, pero no tienen altura suficiente.

-Prácticamente toda la superficie está ocupada en el subsuelo por túneles, instalaciones, una parte muy importante está reservada a temas arqueológicos... El área que puedes ocupar como zona verde no es excesivamente grande. Eso se podía haber solventado haciendo que las construcciones subterráneas fueran más profundas, eso hubiera dejado más espacio para una capa vegetal que nos permitiera más zona verde. Pero igual que hablo de un mix de tráfico rodado y humano, con el verde pasa lo mismo. Tampoco vería todo eso con un gran parque.

-El arquitecto que ganó el primer concurso para la zona, José González Cebrián, sí que planteaba un parque más extenso.

-En todo caso debería ser un parque urbano, para que la gente pasee. La escasez de sombra fue algo que también tratamos en O Parrote y Patrimonio taxativamente prohibió que se colocara verde. Sobre todo en la primera fase, siempre consideramos que aquello iba a ser un horno con patatas. Propusimos hasta la saciedad que se colocara verde, y hasta la saciedad nos dieron con los árboles en la cabeza.

-¿Y, en la Marina, por qué no se dispusieron toldos?

-En el tema de mobiliario y equipamiento, ya cuando estábamos dibujando, se establecieron limitaciones importantes presupuestarias. Hubiéramos dibujado más, pero había limitaciones importantes de tipo económico. Los elementos como las pérgolas, toldos, etcétera, siempre se pueden ejecutar a posteriori. Es un tema solucionable.

-También se cambia la distribución de los locales: usted los planteaba en perpendicular al agua, finalmente irán en paralelo. ¿Cómo ve el cambio?

-Obviamente, como los pinté de otra manera, mi opinión ya está dada. Teníamos un planteamiento de la geometría que era recoger el trazado parcelario de la Ciudad Vieja y prolongarlo hacia el mar. Las calles principales, perpendiculares a la Marina, tendrían una conexión directa con el mar. Los edificios tenían que quedar ajustados a esa trama. Que luego alguien haya decidido darle la vuelta... No sé cuál es la razón, pero no la comparto.

-Ahora se plantean problemas sobre la edificabilidad de estos locales. ¿Son fundamentadas?

-No le puedo decir. Manejábamos unos topes de eficabilidad, no sé si han crecido demasiado. Había concordancia entre lo que ya había construido y lo que se iba a construir. El criterio general era que no debería aparecer mucha más construcción, y que debía ser ligera, acristalada, y que rompiese lo menos posible las vistas hacia el mar.

-Empleó acero corten para las farolas. ¿Lo considera adecuado en una zona húmeda?

-Es la solución más usada para ambientes de este estilo: se autooxida y autoprotege. Es un material de larguísima duración y muy bajo mantenimiento. Aparte de gustarme el color. Los dos primeros años, si lo tocas te manchas. Es un método de protección contra el grafiti y el vandalismo, porque la gente no se aproxima. Después queda como una roca de color rojizo.

-Los bancos también han sido acusados de incómodos.

-En la Marina no he llegado a ver el mobiliario que se montó, aunque creo que se cambió, junto con parte de la iluminación. En O Parrote, desde un principio se hablaba de buscar piezas un poco especiales y con relación con el conjunto. Por los informes que tengo, en los de O Parrote la gente se lo pasa bien.

-¿Y de los de la Marina no tiene informes?

-No, no he estado allí con la obra terminada. Me han informado de que hay farolas de nuestro diseño, otras que no son las que habíamos pintado, y supongo que con los bancos habrá pasado lo mismo.

-Si las cuestiones principales se han conseguido en un 80% o 90%, ¿en qué porcentaje se han llevado a cabo las secundarias?

-No puedo lanzar alaridos, pero me gustaría que las cosas se hubieran puesto como yo las pinté, porque pienso que hubieran quedado mejor. Los dibujos del pavimento no siguen la geometría que habíamos pintado. Si no se iban a hacer con ese criterio, es una estupidez haberlos hecho. Es solo copiar mal.

-Actualmente se han colocado vallas de separación con el tráfico. ¿Las cree necesarias?

-Nuestro primer planteamiento para el parque infantil no era que hubiese un cerco cerrado. Si se entiende que los niños tienen que estar vallados por el tráfico y no va a haber tráfico, la valla no tiene sentido. El criterio de los que mandan se impuso en el proyecto final.

-También se ha criticado el desnivel en la parada de buses, algunos usuarios han chocado. ¿Fue una modificación?

-Supongo que sí, porque en nuestro diseño no había cambios de cota. Nadie podía chocar, porque no había nada que bajar (ríe).

-¿La calidad de la piedra que se empleó para el pavimento fue la que recomendó el proyecto?

-No se lo puedo decir. Sí puedo decir, a simple vista, que está escaso de junta. El pavimento tiene que tener un espesor y juntas adecuados. El espesor no lo veo a simple vista; sobre las juntas, ya digo de antemano que es insuficiente.

-¿Qué consecuencias tendrá?

-Supongo que se producirán roturas en poco tiempo. Pero bueno, el pavimento se cambia, no es lo más grave. Ese tipo de pavimento no tiene el acabado rugoso.

-¿Considera que el acabado rugoso es mejor que el liso?

-¡Por supuesto! Y estéticamente el resultado es mejor.

-¿Quién toma la decisión de ponerlo liso en vez de rugoso?

-El comentario que se dijo es que eso no lo soportan los ciudadanos de A Coruña. Mi propuesta fue siempre hacerlo con el adoquín rugoso. Pero intervenía el Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria y Patrimonio, y llegaron a la conclusión de que el rugoso no era adecuado para que la gente caminase.