"Nunca he tenido muchas oportunidades, pero sí quiero decir: gracias A Coruña por hacer entonces nuestros problemas más fáciles". Zan Tabak ha ganado un anillo de la NBA, pero hay cosas que lleva más adentro. Cuando se cumplieron veinte años el croata aún no olvidaba el trato, el respeto y el detalle que tuvo la ciudad de acoger al Slobodna Djalmacija, antigua Jugoplastika, en la disputa de la Euroliga de 1991-92, en plena guerra de los Balcanes. La FIBA decidió por motivos de seguridad que aquella temporada ninguno de los equipos balcánicos en competición jugase la primera fase como local en sus pistas. La Cibona de Zagreb ejerció de anfitrión en Puerto Real, Fuenlabrada del Partizán de Belgrado y el Coliseum tomó el relevo de Split como hogar del que entonces era el triple campeón de Europa de baloncesto (89, 90 y 91). A Coruña fue su refugio.

"Nuestra cabeza estaba en casa con nuestras familias", asevera Tabak. "Era el primer año de la guerra y no sabíamos a dónde iba a llegar, había bombardeos en Split y la gente pasaba mucho tiempo en sótanos, donde se sentían más seguros". El ahora técnico del Fuenlabrada aún recuerda que él y muchos de sus compañeros se gastaban casi todo su sueldo en llamadas de teléfono. Horas y horas de angustia. Aun así tiene claro que entonces hicieron lo correcto compitiendo con la ciudad de A Coruña respaldándoles. "Nuestra idea era que nos viesen jugar, que supiesen lo que estaba pasando en nuestro país, que alguien parase esa guerra", asegura convencido por el paso del tiempo.

El detalle humano vino aparejado del mejor baloncesto de elite. Ya no estaban ni Kukoc ni Radja. Junto a Tabak, Velimir Perasovic era el líder de aquel Slobodna que solo jugó con croatas y muchos júniors. Y enfrente se encontró con el Maccabi de Dorom Jamshi, con el Barcelona de Epi en la reedición de las dos últimas finales o con la Cibona en su primer derbi de la historia en suelo extranjero. El partido grande se disputó ante los blaugranas el 5 de diciembre con 6.000 espectadores en las gradas.

Desde el 20 de septiembre, día en el que se hizo oficial el acuerdo del Concello con Dorna, hasta el 12 de febrero, fecha del último partido ante el Antibes, fueron seis meses en los que se mezclaron los detalles humanos y el básquet de mayor nivel. Los jugadores realmente no estuvieron todo ese tiempo en la ciudad, ya que se entrenaban en Trieste, Milán o Jerusalén y llegaban unos días antes para disputar sus duelos. Poco a poco alguna estancia se hizo más prolongada. Jugaron un par de amistosos con el Basketmar e incluso el 6 de noviembre fueron recibidos en María Pita. "Queremos corresponder a todas las atenciones", confesaba por entonces el vicepresidente del Slobodna. Todos los detalles eran pocos en la que fue su casa provisional mientras la suya estaba en guerra.

Años más tarde, en 2008, el Deportivo visitó Split para jugar un partido de UEFA y antes de comenzar el duelo la ciudad homenajeó a A Coruña a través de su mayor representante deportivo por el detalle que tuvo en 1991. Croacia no olvida, A Coruña tampoco.