La mayoría de los dueños de los perros que pasean por la ciudad es cívica. Recogen los excrementos y no los dejan orinar en cualquier esquina. Pero los hay que les da igual ensuciar las calles e, incluso, convertir las paredes y escaparates de los establecimientos en lugares idóneos para que sus mascotas hagan sus necesidades. El propietario de una cafetería de la ronda de Nelle se debió de quedar estupefacto cuando vio un trozo de su pared ennegrecida por el orín de un can. Encima, se puede leer: por aquí pasó un cerdo paseando a su perro. La frase llama la atención de todos los clientes y viandantes.