Poner estatuas a los perros parece que está de moda. A Coruña inauguraba el año pasado una en la plaza de Lugo en honor a Ney, el perro con el que se paraban muchos viandantes. Ahora es Oviedo la que rinde homenaje a un can llamado Rufo que se paseaba por las calles de la ciudad asturiana hasta que falleció en 1997. La estatua color verde de Ney ya no lleva colgado al cuello el cartel advirtiendo a los vecinos de que no le diesen comida, como en los primeros días, pero continúa llamando la atención de los transeúntes, sobre todo, de los niños, que a menudo se fotografían con ella.