El presidente de la Asociación de Mariscadores a Pie de la Ría do Burgo, Manuel Baldomir, estima unas pérdidas para el sector de más de 95.000 euros como consecuencia del cierre del estuario decretado el martes por la Consellería do Mar. La Xunta tomó esta decisión al detectarse la existencia en el marisco de toxina lipofílica, que provoca diarreas y vómitos a las personas que lo consumen.

Como mínimo, el cierre se prolongará hasta finales de esta semana. Mañana se recogerán nuevos datos, cuyos resultados no se conocerán hasta el miércoles o el jueves. A continuación, el protocolo obliga a realizar una última comprobación antes de reabrir la ría. La veda coincide con una de las mejores mareas de los últimos meses ya que, al haber descendido el mar más que de costumbre, aumentó la superficie de marisqueo. Baldomir estima que las pérdidas asciendan a 100 euros diarios por mariscador. "Nosotros solo bajamos 12 días al mes a la ría y, aunque después la próxima semana reabra, ya no podríamos tener actividad", aseguró el presidente de la asociación de mariscadores.

La Consellería do Mar cerró en el mes de febrero el estuario durante quince días por altos niveles de hidrocarburos, después permitió la extracción de marisco, pero el 9 de marzo volvió a decretar el cierre, esta vez desde O Burgo a Mera y también en la zona de la Torre de Hércules. La veda no se levantó hasta un mes después y los mariscadores volvieron a su trabajo sin saber de dónde procedían estas sustancias contaminantes y así siguen.

Precisamente los hidrocarburos han hecho perder al sector muchos meses de actividad. Y temen que todavía puedan causar más daños en lo que resta de año. "Esto es una desesperación, porque seguramente dentro de poco la ría vuelva a estar cerrada por hidrocarburos y ya estamos arruinados ahora, como para sufrir otro cierre", lamentaba Baldomir al conocerse la decisión de la Xunta el martes.

La diferencia de este año con los anteriores es que, al haber entrado en vigor un cambio en la normativa europea, los valores de hidrocarburos en los moluscos que antes eran aceptados para el consumo humano no lo son ahora, según explicó a este diario la directora del Intecmar, Covadonga Salgado, el pasado mes de marzo.

Los mariscadores sufrieron otra interrupción en sus jornadas de trabajo, esta vez en abril, cuando se produjo un vertido de hidrocarburos a través de la red de pluviales de Oleiros. El 6 de mayo fueron las toxinas las que obligaron al cierre de la ría y las malas mareas las que no permitieron que los mariscadores saliesen a faenar durante el resto del mes. En julio también se interrumpió la campaña pero, según explicó ayer Baldomir, la veda se levantó a finales de mes. A los continuos cierres, el colectivo de mariscadores tiene que sumar un impedimento más, que es la falta de bivalvos, ya que cada trabajador solo captura la mitad de la cuota que le corresponde por falta de marisco.

La situación que vive el sector del marisqueo a pie llevó a los profesionales a movilizarse el pasado de 10 de noviembre para exigir a la Xunta ayudas directas mientras no se acometen los trabajos de dragado de los lodos. Baldomir denunciaba que el sector atraviesa una situación "límite" y que varios de los profesionales que viven de la ría se encuentran a punto de perder su licencia de marisqueo al no poder pagar las cuotas a la Seguridad Social, consecuencia de la poca cantidad de marisco que pueden recoger en la zona.

El portavoz de los mariscadores asegura que la almeja fina, una de las principales fuentes de ingresos en O Burgo, presenta una mortalidad del 20%, cuatro veces más que de costumbre.