Para los vecinos de los barrios de Os Castros, Eirís, A Gaiteira, O Castrillón, Monelos y Cuatro Caminos, la playa del Lazareto fue el lugar donde aprendieron a nadar en su infancia, en muchas ocasiones lanzándose desde el lugar conocido como O Puntal, donde se encontraban los restos del antiguo edificio en el que se alojaba a los soldados que llegaron de la guerra de Cuba con enfermedades tropicales y que dio nombre al arenal. Lazareto era también, con la marea baja, el escenario de los partidos de fútbol entre los chavales de la zona, mientras que la arboleda que se hallaba frente al Sanatorio Marítimo se poblaba de familias que disfrutaban allí de comidas y meriendas.

El único inconveniente era tener que esperar a que los niños que se alojaban en el pabellón de colonias del Sanatorio, que llegaban allí convalecientes de tuberculosis, abandonaran la playa. Pero una vez que lo hacían, se convertía en un lugar de regocijo para los vecinos de una amplia parte de la ciudad, ya que quienes vivían en Cuatro Caminos y A Cubela llegaban allí caminando sobre las vías del tren, cuando no enganchados a alguno de los convoyes.

La primera amenaza para que esta situación variase llegó en 1959, cuando la dirección del sanatorio de Oza intentó cerrar la playa al público, aunque el rechazo popular a la iniciativa acabó por hacer que abandonase esa idea. Pero en 1963 la empresa Talleres Viuda de Juan Chas presentó un proyecto para construir entre el puerto petrolero y O Puntal unos varaderos para la reparación de buques. En aquel momento en la ciudad solo existía una instalación similar en la Dársena de la Marina, con capacidad solo para barcos de 30 metros y 300 toneladas, ya que fueron instalados en el año 1931.

Cuando Chas expone su plan a la Junta de Obras del Puerto, en A Coruña existe una pujante actividad pesquera que hace precisos unos varaderos de mayor tamaño, con 180 barcos cuyas reparaciones se efectuaban en otras poblaciones no solo de Galicia, sino incluso de Asturias y Cantabria. Esta necesidad, junto a la promesa de creación de 300 empleos, parecían dar vía libre al proyecto, pero los responsables portuarios rechazan su ubicación en el lugar solicitado al estar reservado para una posible ampliación del muelle petrolero y ofertan a Chas instalarse en una parte de la playa del Lazareto.

El nuevo plan se materializó en el año 1967 y para aplacar los ánimos de los vecinos perjudicados se anunció que el resto del arenal se mantendría abierto al público y que se construirían dos piscinas. "Fue el final de la playa del Lazareto", afirma Paulo Sexto, presidente de la asociación de vecinos de A Gaiteira-Os Castros, quien recuerda que en pleno franquismo los ciudadanos se atrevieron a enviar escritos de protesta al mismísimo Franco reclamando que los varaderos se levantaran en otro lugar.

"La respuesta fue la esperada", recuerda Sexto, ya que poco tiempo después la playa era invadida por los carros de los varaderos sobre los que se repararían los buques. Más tarde, ya en 1974, la Cooperativa del Mar de Armadores de Buques solicitó la construcción de dos carros de varada junto a las instalaciones de Chas, lo que para Margarita Santiago, antigua presidenta del colectivo vecinal de A Gaiteira-Os Castros, fue "la estocada definitiva para la playa". La asociación de vecinos encabezó en aquel momento la oposición a esta nueva reducción del arenal, pero consiguió el respaldo de los colectivos de residentes de O Castrillón y Eirís, además de la sociedades recreativas de Os Castros y A Gaiteira, clubes de fútbol, entidades culturales como Os Gaiteiriños e incluso las peñas de la zona. "Fue un momento crucial y de unidad vecinal", explica Margarita Santiago, ya que se recogieron. miles de firmas, se solicitaron entrevistas y se realizaron protestas.

Lazareto sufrió finalmente un nuevo recorte que dejó el arenal en la mínima expresión, pero la iniciativa vecinal trajo como resultado la promesa de la construcción de uno nuevo entre la punta del faro de Oza y el dique de Astilleros Valiña que no vio la luz hasta principios de los años noventa, cuando se construyó la dársena pesquera de Oza, nombre que se daría también a la playa artificial. "La playa que tenemos hoy no nació de la nada, nació de la unidad del movimiento vecinal", asegura Paulo Sexto.

Pero la situación actual está lejos de ser idílica, ya que Oza es un arenal mucho menor que lo que en su día fue Lazareto y además está rodeado por instalaciones industriales del puerto y las de carácter recreativo asentadas en los últimos años. Sexto recuerda que la playa lleva dos veranos consecutivos sin disponer de la bandera azul que reconocía hasta entonces la calidad de sus aguas y que en sus proximidades se están desguazando barcos "con total descontrol y sin ninguna de las medidas de aplicación legal de la Xunta o de la Unión Europea". A esto se unen los vertidos a la ría de O Burgo y lo que la asociación califica como un intento de privatización del uso del faro de Oza al ceder su gestión a una entidad deportiva.

"Para nosotros desde 1969 la lucha no terminó", advierte Sexto, ya que la asociación vecinal reclama la ampliación de la playa hacia el lugar donde se encontraba Astilleros Valiña y que toda esta zona sea cedida por el Puerto al Ayuntamiento, aspecto en el que afirma contar con el apoyo del Gobierno local.