El temor a que grupos independentistas cometiesen vandalismo desde la colocación de la bandera llevó al Concello a establecer un sistema de vigilancia permanente las semanas siguientes al acto. Seis agentes y un coche del 092 velaron por la seguridad de la bandera a los pies del mástil. Siete mil euros al mes se gastó el Gobierno local en vigilancia. En octubre protestaron los sindicatos policiales al calificar de "absurdas" esas labores.