El músico senegalés Ibou Ndiaye se asentó en Galicia en 2001, y compatibiliza su labor como profesor de percusión africana con la realización de recitales de música tradicionales africana y de fusión. Este jueves imparte a las 21.00 horas en Bâbâ Bar una clase y un concierto de música mandinga.

-¿En qué consistirá el espectáculo del jueves?

-Voy a empezar con una clase explicativa sobre la cultura mandinga, su música, e instrumentos, y tocaré algo tradicional. También hablaré un poco sobre los músicos mandinga, porque los grandes músicos africanos que se escuchan fuera del continente, el setenta y pico por ciento son mandingas. Luego tocaré con otro percusionista, un contrabajista y un guitarrista, haciendo fusión que llamamos Galiafro.

-Usted toca la percusión, pero la música mandinga es muy conocida por un instrumento de cuerda, la kora.

-La kora, el xilófono, el djembe y los grandes cantantes... La música mandinga es la que más destaca. Y hay una historia detrás: la historia del imperio mandinga, que es lo que voy a explicar allí.

-¿Cuál es la importancia de la música en la etnia mandinga?

-Es muy importante. Los músicos mandinga son los griots [término que engloba músicos, bardos y poetas de África Occidental]. Hay griots que son músicos, hay griot s que son cantantes, hay griots que son historiadores, que conservaban la historia de padre a hijo. Eran las bibliotecas hasta que llegó la escritura. Hoy hay periodistas de guerra que van con sus cámaras, y antiguamente iban los griots, no para hacer la guerra, sino para observar lo que pasaba y luego contarlo.

-¿Cómo sobrevivió esa tradición a la colonización francesa?

-El imperio mandinga abarcaba Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Mali, Guinea Conakry, Burkina Faso? La época de las colonizaciones dividió el imperio en países, pero en todos ello se quedaron mandingas, que siguen practicando su cultura. En el norte de Costa de Marfil tienes mandingas, como el futbolista Touré Yayá.

-¿Cómo llegó a Galicia?

-En Senegal tenía un grupo formado por percusionistas y bailarines. Llegué aquí con un contrato con él. Iba a volver a Senegal, pero empecé a hacer percusión latina en la Escuela de Músicos de Mestre Mateo, y su director , y me contrató para dar clases de percusión africana, cosa que hice durante tres años. Así me quedé aquí.

-En A Coruña hay una comunidad senegalesa relativamente numerosa, que incluirá etnias como la mandinga o la wolof...

-La mayoría de la comunidad que está aquí son wolof. Y yo mismo soy wolof, pero he nacido en el sur de Senegal, y me siento mandinga. Tengo su cultura, hablo su idioma y aprendí su música.

-¿Cuál es la principal diferencia entre las tradiciones africana y europea de percusión?

-Todo lo que hacemos en la percusión africana es de memoria, y hay mucha improvisación. La percusión europea es académica, todo se aprende sobre papel. Allí todo es memoria, y mucha improvisación. Por eso a veces toco con percusionistas de aquí, que son muy buenos, pero a veces no me entienden bien y tengo que adaptarme en muchos casos a ellos. Yo aprendí la música por el oído, y no me hace falta que me digan que es un cuatro por cuatro, o un ocho por seis.

-¿Qué le parece la tradición de música folclórica gallega?

-Bien, yo hice algunas fusiones con ella. El viernes pasado organicé una fiesta en el restaurante Mamá África, e invité un grupo gallego, el de los vecinos del Agra. Hicimos una fusión con panderetas y percusión africanas. Si las culturas, podemos sacar algo y todo va bien.