Cuando el 28 de octubre de 2005 el entonces alcalde coruñés, Francisco Vázquez, anunciaba la construcción en Vío de un polígono industrial privado y que su apertura se produciría en 2008, nadie podía sospechar que ese sería precisamente el año de inicio de una profunda crisis económica que afectaría de un modo decisivo a este proyecto. Y es que, diez años más tarde del vaticinio de Vázquez, Vío es poco más que un desierto empresarial, en el que tan solo se encuentra asentada una factoría, la de Caramelo, trasladada allí desde A Grela.

Pero es que, además, esa fábrica es propiedad de Manuel Jove, quien junto con José Collazo Mato es el promotor de esta superficie industrial, surgida como una alternativa al agotamiento del suelo en A Grela y Pocomaco en una época en la que la expansión económica era notable. En 2005 se anunció que los promotores invertirían 23 millones de euros en la expropiación de las parcelas y otros 62 millones en la urbanización de los terrenos, que ocuparían 640.000 metros cuadrados, en los que habría 41 parcelas para la construcción de factorías cuyos edificios podrían alcanzar hasta cuatro alturas.

El proyecto para la urbanización fue aprobado en septiembre de 2006, pero el inicio de la crisis hizo que las obras se ralentizaran ante las escasas perspectivas de la instalación de empresas. Tras la finalización de los movimientos de tierras y la construcción de los viales, el polígono se convirtió en un lugar que transmitía una imagen de desolación, ya que la vegetación fue invadiendo poco a poco las parcelas en este paraje.

La paralización del proyecto hizo que la única entrada existente al polígono permaneciese cerrado durante mucho tiempo, mientras que en el vecino Pocomaco los empresarios alertaban del riesgo que supondría facilitar el acceso a Vío a través de su parque empresarial, ya que temían un colapso total del tráfico.

Fue así como surgió el proyecto de un acceso propio para el polígono que aún no ha sido puesto en marcha. A la espera de que la reactivación de la economía facilite la llegada de empresas a Vío, este polígono, que lleva el nombre de la pequeña aldea situada en las inmediaciones y desconocida para la mayoría de los coruñeses, permanece como un lugar desangelado que refleja como pocos los efectos de la crisis.