Cuando el actual plan general comenzó a esbozarse en junio de 2006, el Ayuntamiento, entonces con el PSOE al mando, imaginó la avenida de Alfonso Molina, el principal acceso a la ciudad, como la Castellana coruñesa. Más de nueve años después, con el planeamiento ya vigente después de ser tamizado por el Gobierno local del PP de Carlos Negreira, el documento redactado por el urbanista Joan Busquets mantiene aquella esencia: hacer "más amables y urbanas" las "grandes avenidas", como Alfonso Molina, que, por su tamaño, disponen de espacio suficiente para albergar "otros modos de transporte". Eso se juega ahora la ciudad: apostar por una ampliación pura y dura de la avenida, como estaba prevista, con un efecto llamada a más coches, o por un modelo no reducido a más asfalto, sino que dé cabida a transporte público y bicicletas, e incluso a vegetación y peatones. Los gobiernos, e incluso la oposición, pasarán y la obra quedará, así que no estaría mal que el diseño de la nueva Alfonso Molina nazca de un buen acuerdo entre el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento, que la oposición ayude a construir en lugar de limitarse a criticar.