La semana pasada, cuando llegaba a casa cansado de trabajar, me encontré a mi mujer llorando en la cocina e inmediatamente le pregunté: ¿Pasa algo, por qué lloras? Me miró fijamente y me contestó: "Soy feliz". Y le dije: "Pero ese no es motivo para llorar". Esbozó una pequeña sonrisa, elevó ligeramente su cabeza y me contestó: "Soy feliz porque le pregunte a Asier qué veía detrás de sus ojos". "Veo princesas, vestidas de rosa y con corona, veo dragones, pero dragones buenos que ayudan a las princesas".

Asier estudia en Coruña con otros 50 compañeros en un colegio de Educación Especial, el María Mariño. Cada uno con su sueño, pero diferentes, tienen sus dificultades; la vida le ha marcado un camino más complicado. A su lado están sus profesor@s y sus cuidadoras, siempre con una sonrisa y empujando para que cuando se quedan atrás sean capaces de seguir el camino pero a su ritmo, tendiendo la mano para que tengan una oportunidad, comprendiendo su diversidad y potenciando todas sus habilidades.

Cada uno de estos niños, así como los miles de personas que en mayor o menor medida sufren una diversidad funcional psíquica o física, merecen que estemos con ellos y les ofrezcamos una oportunidad para participar, trabajar, progresar, compartir, gozar y soñar. Ellos mantienen la mirada limpia; en sus ojos se ven cosas que nosotros no vemos, cosas que generan belleza y felicidad. Ellos no te quieren por lo que eres, sino por lo que eres capaz de dar y compartir, algo que últimamente hemos olvidado.

Como todos los años se celebra el día 3 de diciembre el día mundial de la discapacidad. Los medios de comunicación recogen el evento y dirigimos nuestra mirada a este colectivo, pero solo durante un día. Pero sus dificultades son cotidianas durante los 365 días del año y las 24 horas, conviven con su diversidad funcional. Nuestra sociedad y nuestros gobernantes deben mostrar empatía y la voluntad política para permitirles integrarse en el ámbito laboral, social y educativo. Eso necesita medios para que pueda ser real. Las declaraciones de nuestros gobernantes se quedan en brindis al sol y solo el esfuerzo titánico de las familias, organizaciones y profesionales obran el milagro de la visualización, cada avance de una gesta.

Las personas con diversidad funcional tienen el derecho a la igualdad de oportunidades y los poderes públicos están en deuda con el colectivo. El activo que aportan a la sociedad es enorme. Con su diferencia nos enseñan que el mundo no es uniforme. Educar en la integración y en la igualdad dará lugar a una ciudadanía más humana, tolerante y solidaria. No piden nada que no les corresponda, es de justicia.

Cerremos los ojos y preguntémonos qué hay detrás de nuestros ojos, quizás nos asustemos con lo que vemos. Pero tenemos el ejemplo que nos dan cada día, pongámonos en su lugar y quizás veamos a una princesa con un vestido y con corona, rodeada de dragones, de dragones buenos que ayudan a las princesas. Sería tan sencillo, solo es querer.