El 29 de noviembre de 2005 se celebró el primer consejo de administración de la Autoridad Portuaria bajo la presidencia de Macario Fernández-Alonso, quien no pudo tener mejor desembarco, ya que en esa sesión se dio a conocer que la Unión Europea finalmente concedería 257 millones de euros para la construcción del puerto exterior. Con esa decisión se ponía fin a un periodo de 20 meses angustiosos durante el que los consejeros del Puerto se arriesgaron a responder con sus bienes en caso de que Bruselas no hubiera accedido a financiar el proyecto, ya que acordaron adjudicar las obras sin la garantía de disponer de todos los fondos necesarios.

"Un poco de riesgo yo sí que pensaba que había, pero yo me la jugaba con toda la alegría y todos los demás pensamos lo mismo", admitió entonces el presidente de la Cámara de Comercio, José Antonio Quiroga, uno de los consejeros que aprobaron la adjudicación, mientras que otro de ellos, el concejal socialista José Nogueira, consideró: "Se exageraron un poco las cosas".

"Hemos caído de pie", manifestó gozoso Fernández-Alonso tras aquella sesión del consejo, mientras que el entonces alcalde, Francisco Vázquez, declaraba que esta decisión europea era la "justificación" de toda su trayectoria política al frente del Ayuntamiento. En uno de sus habituales alardes, el regidor, al que el anuncio le pilló en Madrid, proclamó que Langosteira sería "el puerto de comunicación de Estados Unidos con Europa". La ayuda de la UE era imprescindible para ejecutar el proyecto, cuyo presupuesto inicial era de 429 millones de euros, puesto que ninguna administración estaba dispuesta a aportar la totalidad de los fondos.

"Ahora trabajaremos en régimen de tranquilidad, en un régimen normal", proclamó el presidente del Puerto sin sospechar las múltiples vicisitudes que la construcción de la nueva dársena iba a hacer atravesar a los responsables portuarios, ya que durante sus obras fallecieron 5 trabajadores y su coste casi llegó a duplicarse.

Las escasas dotes de Fernández-Alonso para la predicción se confirmaron en la entrevista que concedió a LA OPINIÓN días después, ya que aseguró que la construcción del puerto exterior se terminaría en seis años y medio y que en el plazo de ocho se habría completado el traslado de las empresas desde los muelles interiores.

Diez años después de aquel vaticinio del presidente de la Autoridad Portuaria, los trabajos prosiguen en punta Langosteira, donde este año han comenzado a asentarse los primeros operadores y aún habrá que esperar hasta 2018 para que la refinería, el principal usuario del puerto coruñés, termine la primera fase de su implantación en la dársena exterior.