El mensaje que ha viajado desde las costas canadienses hasta la playa de Balarés, en Ponteceso, está escrita a lápiz, venía en una botella de plástico, como de agua cuyo tapón había sido reforzado con más plástico y cordeles. La carta, además de explicar que salió de un barco el 31 de octubre de 1991, dice que ofrece "una pequeña recompensa" a quien la encuentre y le haga saber al investigador las circunstancias en las que fue hallada. Una información que le ayudaría a entender el comportamiento de las corrientes marinas.