La negociación del presupuesto municipal de 2016 avanza a paso más lento del que auguraba el acuerdo de las ordenanzas fiscales entre el Gobierno local y el PSOE, al que Marea Atlántica otorga rango de "socio preferente", el estatus que querían los socialistas en el nuevo tablero político del Ayuntamiento. Las dos últimas semanas evocan los desencuentros del verano sobre la organización y sueldos de la Corporación local, y sobre la modificación del presupuesto heredado del PP, ese que ni Marea ni PSOE quieren para la ciudad y que ahora está prorrogado.

Los reproches entre ambos se miden en tiempo y en folios. Sobre el primer concepto, no le falta razón a ninguno de los dos. Tras pactar a principios de noviembre los impuestos, Marea se comprometió a remitir al PSOE documentación del presupuesto, pero la entrega no llegó hasta el 11 de diciembre. Pasado otro mes, los socialistas no han enviado ninguna propuesta al Gobierno local sobre la que comenzar a negociar, con el argumento de que falta documentación, explicitado en que solo tenían "61 folios", y de que quieren el "presupuesto completo" para sentarse a negociar. Pero al arrancar los contactos, el PSOE reclamaba intervenir "desde el inicio en la confección de los presupuestos", no con él completo. El Gobierno local le envió el viernes los listados de inversiones y de transferencias, y el PSOE consideró ese gesto "más apropiado para trabajar y comenzar a hablar".

Trabajar, hablar y negociar es lo que precisa la ciudad, sin demoras ni vídeos efectistas en las redes sociales. Sin olvidar que al Ejecutivo le corresponde gobernar y definir los presupuestos, y al PSOE, como oposición necesaria para aprobarlos, formular propuestas y ofrecer su apoyo si considera que son tenidas en cuenta. Marea y PSOE están condenados a alcanzar una mínima confianza mutua, que ahora no existe, que les sirva de base para los acuerdos que serán necesarios hasta el final del mandato porque, después de este, aún vendrán otros tres presupuestos.