Mariano Rochman es el autor y director de la obra teatral Pieza inconclusa (para sofá y dos cuerpos), sobre la destrucción de una relación de pareja, y uno de sus actores protagonistas junto con Blanca Oteyza. Hoy represntan la obra en el teatro Colón a las 20.30 horas.

-La pieza comienza en el terreno del humor, y la dimensión dramática va aumentando.

-Es así. Yo situaría la obra en el género de comedia dramática o comedia agridulce, y está contada en tres tiempos diferentes. El comienzo y final de la obra es el encuentro de los personajes un año y medio después de una ruptura. Determinadas escenas representan momentos cronológicos de la relación de la pareja. Y por el medio hay una especie de confesionarios, que pueden ser charlas de café o una sesión con un psicólogo, en las que los personajes hablan a corazón abierto de cómo se encuentran en el momento en el que está la relación.

-¿Los personajes buscan la complicidad con el espectador?

-Al cien por ciento. La obra rompe la cuarta pared. Habla de las relaciones de pareja, cómo se arman y desarman y por qué. Como todo el mundo se ha enamorado, ha tenido crisis o rupturas, la gente se siente identificada con el material con el que trabajamos.

-En esas apelaciones al público, ¿los personajes son completamente sinceros o dan la versión que más les favorece?

-No es una cuestión de ser favorable en pos de querer sacar una ventaja. En estas confesiones hablan desde su verdad, entendiendo que hay tantas verdades como personas que la cuentan.

-¿Cuánto le influyó el autor Raymond Carver a la hora de escribir esta obra?

-Muchísimo. Soy un amante de Raymond Carver y dos de sus cuentos son troncales en el espectáculo. He puesto en la obra esas respuestas cortas y esa dureza en lo que se dicen los personajes.

-¿Los actores tienen que hacer cambios de registro muy rápidos, pasando de la ternura al rencor?

-Es un reto actoral muy grande. La obra está hecha con dos actores, un sofá, videoproyecciones, una muy cuidada puesta de luces y una banda sonora compuesta para la obra. Los actores tienen que estar muy conectados, buscando todo el tiempo la complicidad y la verdad escénica. Y hay que esta muy concentrado porque en cada cambio tienes poco tiempo para ponerte en situación. Es muy dinámico. Los actores se cambian dentro del escenario que también se vea cómo se prepara el actor para salir a la siguiente escena.

-¿Ser dramaturgo, director y actor no son demasiadas tareas?

-Sí, son demasiadas. El secreto para poder hacerlo es confiar mucho en la gente. Tengo una gran ayudante de dirección Belén Quirós, en quien confío ciegamente.

-Recientemente estaba de gira con otra de sus obras, Las hermanas Rivas

-El amor es algo que me toca permanentemente y me inquieta. A pesar de que me considero una persona sensible al amor, romántico, no es que busque esto, sino que surge. El amor, el desamor, la soledad, los diferentes estadios de enamoramiento, me llaman. Y a partir de ahí surgen los textos que escribo.

-¿Ve el teatro como algo lúdico o más biencomo una oportunidad de suscitar una reflexión?

-Ante todo lo pienso como una cuestión lúdica. Me gusta esa palabra porque el término entretenimiento está un poco devaluado. El teatro es juego, y dentro de eso, reflexión. En todo lo que escribo, incluso en lo más aparentemente frívolo, siempre hay un subtexto o una reflexión por debajo. Pero trato de no darla nunca servida en bandeja.