El batería de jazz Carlos López acaba de publicar su quinto disco como líder y compositor, Mandala, tras una residencia artística en Berlín y Ámsterdam. Lo presenta este domingo a las 22.00 horas en el Jazz Filloa.

-Este disco, y el anterior, Letters From København [Letters From KøbenhavnCartas desde Copenhague

-En este máster fui seleccionado, con otros siete músicos europeos, para realizar residencias artísticas en diferentes ciudades. Primero estuve en Copenhague, luego en Berlín y en Ámsterdam. En cada uno de ellos grabé con músicos de esas escenas musicales. Mandala es el resultado de un año viviendo entre Berlín y Ámsterdam.

-Pero el título surge de la mística india.

-Intenté encontrar un nexo de unión entre las dos ciudades, y mandala una unión de diferentes elementos que forman uno. Fue la manera de asociar composiciones con caracteres muy diferentes en un mismo elemento. También es un tema del disco, está compuesto de una manera muy novedosa para mí, con símbolos y grafías muy diferentes a lo habitual.

-¿De qué manera?

-Lo convención es componer con una partitura, con notas, cifrado y todo lo demás. En este máster aprendí a componer utilizando sistemas de notación alternativos. En Mandala, la partitura es un círculo lleno de símbolos con diferentes combinaciones rítmicas y melódicas. Entre comillas, la partitura resultando es prácticamente un mandala [la palabra significa círculo en sánscrito].

-¿Es difícil de interpretar?

-Es un código novedoso y cuesta al principio, pero estoy muy contento con el resultado. Lleva la música por otro camino y que la gente interprete de manera diferente.

-Usted experimentó con la fusión del jazz con el funk, el pop, el reggae... ¿Por qué?

-Mi primer disco como líder estaba muy ceñido a la tradición jazzística. En los siguientes trabajos, bajo el nombre de The Last Minute Experience, decidí experimentar con otros estilo que también me apasionaban. Siempre con el jazz como nexo de unión, pues es perfecto para fusionar estilos. Y tras haber trabajado este campo he vuelto a las raíces más cercanas al jazz acústico. Los dos últimos discos están más cercanos al jazz europeo, un terreno que aún no había explorado. Siempre estoy buscando nuevos caminos como compositor.

-¿Qué hará de cara al futuro?

-Tras cinco discos en los que ha colaborado muchísima gente diferente me apetece subirme al escenario solo y jugar no solo con la batería sino con otros instrumentos, elementos electrónicos?

-En el European Jazz Master estuvo con otro gallego, el pianista Xan Campos...

-De ocho músicos seleccionados de toda europea tres éramos gallegos, porque también estaba Virxilio da Silva. Dice mucho del nivel que hay en Galicia.

-¿Hay que salir de la comunidad para que se reconozca?

-Yo creo que para cualquier músico, no solo de jazz, ceñirse a una ciudad o a un país es ponerse barreras, cuando la música precisamente no entiende de fronteras. Yo he vivido en Estados Unidos, en Barcelona muchos años, luego en Europa, estoy de vuelta en Barcelona, seguramente volveré a Galicia?

-¿Le condiciona ser batería a la hora de componer?

-Para componer toco el piano, lógicamente. Ser batería me aporta individualidad, una peculiaridad como compositor. Obsesionarse con un único instrumento sería también ponerse barreras. Estoy enamorado desde hace mucho del piano, pero a la hora de interpretar me entiendo mejor con la batería. Pero nunca he pensado como baterista componiendo. De hecho, me trato bastante mal, ya que nunca pienso en las partes de batería. Estoy más centrado en la armonía y en la melodía más que en el ritmo.