En conversaciones informales, los miembros del grupo de Carlos Negreira en el Gobierno local se referían a él como "el jefe". Nunca fue primus inter pares. El exalcalde, que había dirigido áreas de recursos humanos en el sector privado y público, se granjeó fama entre los suyos de buen hacedor de equipos. Para el Concello, ensambló sobre el papel un núcleo duro con técnicos, personal curtido en la administración, caras locales y contados perfiles políticos o comerciales. Muy empresarial. Claras las funciones en la gestión y la batalla municipal. Y, sobre todos ellos, Negreira, dándole cuerda a la máquina, con la última palabra, controlando todo tiempo y forma. Satisfecho con la eficiencia de la fórmula, intentó prolongarla para optar a la reválida. Un equipo pensado para volver a gobernar, sin la escolta de Julio Flores, con fichajes de independientes y con concejales como Martín Fernández Prado y Rosa Gallego de titulares en la alineación. Pero las urnas los relegaron a la oposición, ¿había realmente un plan B? El grupo ya ha sufrido dos remodelaciones. En la primera, dos miembros de la lista ni llegaron a tomar posesión. En la segunda, Negreira dice adiós y llega a la portavocía Rosa Gallego, número dos del Gobierno en la última etapa del mandato, con apoyos tanto entre los ediles populares como en el partido local. El tiempo dirá si es una figura de transición o destinada a la convocatoria electoral de 2019.

Antes toca reconstrucción tras los malos resultados en las urnas. Difícil reconstrucción. Primero, porque el líder, que había tejido el equipo de forma muy personal, ya no está. Quiso dejarlo hace ocho meses pero le pidieron que aguantase, en teoría, en aras de una tranquila renovación, algo que al final se ha convertido en una situación de interinidad inédita y poco fructífera: un exalcalde convertido en líder de la oposición, con cargo de portavoz pero hasta sin pronunciar palabra en algún pleno. Y una estrategia política indefinida que, muy lejos de marcar la agenda política como antaño, les llevó, por ejemplo, a anunciar que se recogerían firmas contra la "subida" de impuestos, en una campaña cuyos resultados ni llegaron a hacer públicos. Difícil reconstrucción porque ninguno de sus miembros tiene un perfil de "jefe" alternativo. Fieles colaboradores, especialistas, con don de gentes? cada uno con sus cualidades, incluso para mantener la tensión cuatro años. Pero, ¿hay realmente algún alcaldable entre ellos? Y A Coruña no es una Alcaldía cualquiera, es una plaza clave para el partido, que tardó 32 años en regir uno de los motores sociales y económicos de Galicia, gracias a una mayoría absoluta que se ha demostrado muy frágil.