La subasta, aún sin fecha, de las tres parcelas que el Ministerio de Defensa tiene en la zona de A Maestranza vuelve a poner sobre la mesa el pasado defensivo de la ciudad y los restos de las murallas que se esconden bajo el terreno. Los planos indican que, al menos en dos de los tres solares puede haber restos arqueológicos, vestigios de las murallas proyectadas siglos atrás. El proyecto de Defensa es vender las tres parcelas para la construcción de viviendas. El precio de salida será de 24,8 millones de euros y el Ministerio prevé sacarlos a puja a finales de este mes.

Antes de iniciar la construcción, será preciso contar con un estudio arqueológico que desvele qué es lo que esconden estos terrenos y en qué estado. El historiador Felipe Senén apunta a que no todos los restos que se encuentran son susceptibles de ser musealizados, y a que depende de las comisiones de Patrimonio a las que les toque evaluar los resultados, cuál será el futuro de los restos hallados.

"Hay restos que tenemos a la vista que se están degradando y destruyendo, como los escudos del castillo de San Antón", explica Felipe Senén. Y es que, en algunas zonas, como en las cercanas a las que tiene Defensa en A Maestranza, se tomó la decisión de enterrar los restos.

Para Senén, es importante que, aunque no estén a la vista, estas muestras del pasado de la ciudad, puedan ser conservadas, para que no se pierda la memoria de la ciudad. Pone el ejemplo de la plaza de María Pita, bajo la que hay restos también de la ciudad amurallada pero que no se ha ni señalizado su recorrido en superficie ni hay indicaciones del pasado que encierran las losas.

El proyecto de Excavación arqueológica en A Maestranza, dirigido por Emilio Ramil en 2001 fue publicado en Abrente, el Boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario. En este documento, el equipo explica que hay una zona de muralla "que atraviesa toda la pista de saltos [de la Hípica], aproximadamente unos 48 metros", de los que fueron descubiertos "unos 42 metros" y apunta a que "resulta evidente" que la construcción defensiva continúa "por debajo de los edificios" que rodean el complejo, es decir, las gradas, en la parte norte, y el local social de la Hípica.

Los arqueólogos que trabajaron en este proyecto señalan que hay que destacar "la presencia de una serie de contrafuertes". La muralla fue protegida con geotextil y, después, cubierta con una capa de arena y otra de tierra, para resguardarla lo mejor posible del agua y de "otras inclemencias" hasta que se "realice una intervención arqueológica más amplia". La muralla data de los siglos XVII y XVIII.

Los arqueólogos concluyen que es "necesario" delimitar en su totalidad, tanto en longitud como en altura, si existen otras estructuras asociadas a ella, como un foso o más contrafuertes.

En la segunda fase, el equipo habla de que desenterró otros "200 metros lineales de muralla" y apunta a que a los 86 metros, se aprecia que la estructura se empieza a desviar "a través de una amplia curva de unos 15 metros en dirección este". Si bien algunos restos están bien conservados en algunas zonas es "bastante peor" y señala que se ha llegado a la "destrucción casi total" en algunos puntos.

La anchura de los restos conservados en esta zona es de 2,20 metros y la altura varía entre el nivel base de cimentación y los 2,50 metros. Hay otra estructura que los arqueólogos descubrieron en esta intervención, el rebellín, que casi dobla en anchura a la otra parte de la muralla. Fruto de esta actuación, se registraron también restos de un muro, posiblemente, erigido en el siglo XIX.

La "actuación más amplia" que planteaban los arqueólogos para descubrir qué otros restos había en la zona nunca llegó a realizarse.