El Momo se bajó ayer contento de su andamio en la plaza de España y prometió volver a verse las caras con los coruñeses en 2017. Fue junto a la Sardina el protagonista de la noche que puso la guinda final al Carnaval coruñés. La lluvia, al igual que en el martes choqueiro, no quiso dar tregua a las decenas de personas que acompañaron a la comitiva fúnebre que, como ya es tradición, salió desde la calle Arenal y continuó por la plaza de España acompañada del ritmo y los bailes de las charangas.

El destino final de la procesión fue la playa de San Amaro. Allí, obispos, mexicanos o policías vestidos con sus trajes oficiales de la dictadura presenciaron la quema del Momo, que dijo adiós acompañado de chorizos y demás componentes del cocido carnavalesco. Allí también estuvieron las plañideras, que vestidas de negro impoluto lloraron el entierro de la sardina en el fondo del océano.

Aunque hizo falta algún que otro paraguas para hacer frente al agua, el temporal no marchitó los bailes y la música de tono picaresco de quienes acudieron a despedir el Carnaval coruñés hasta el próximo año.

Las celebraciones de este 2016 también entraron de lleno en los colegios de la ciudad. En el Liceo La Paz, por ejemplo, más de 1.300 estudiantes de educación Infantil, Primaria y Secundaria realizaron en el pabellón del centro un desfile para mostrar a compañeros y familiares sus disfraces. En la Escuela Infantil Zalaeta, el tema común de los disfraces elaborados en el aula por los pequeños fueron los dibujos Ben y Holly.