El parque de coches oficiales del Concello está en horas bajas. Quedan tres, después de la publicitada subasta de 2012, cuando el Gobierno anterior se deshizo de ocho modelos comprados entre 1998 y 2008 y hasta convirtió el Palacio de María Pita en una feria de automóviles de ocasión para escenificar la decisión.

Habiendo utilizado el abuso de los coches oficiales como arma política y presumiendo de "austeridad", Carlos Negreira nunca lo empleó en su labor diaria. Optaba por el taxi o por el utilitario de algún compañero o asesor, con el que incluso llegó a invadir O Parrote, recién inaugurado, para recoger al regidor de Miami de visita en la urbe.

Su sucesor en el cargo, Xulio Ferreiro, tampoco opta por el transporte con chófer, por lo que los tres últimos coches de alta gama siguen en el olvido. ¿Qué va a pasar con ellos? La decisión final está por tomar, según fuentes municipales. Las opciones pasarían por venderlos, algo a priori difícil, o intercambiar alguno de los modelos por un coche más modesto y funcional.