Ángela Dieste no desvela su edad, dice que tiene más de cincuenta años y ya está. Usa esa cifra porque ella estaba en la reunión en la que se gestó la Asociación de Amas de Casa hace ya medio siglo. Ayer repasó, con los socios de la entidad, que ahora es también de consumidores y usuarios, los inicios de la entidad.

-¿Cómo empezó la asociación de amas de casa en la ciudad? ¿Cómo se les ocurrió ponerla en marcha?

-La fundación fue una reunión de señoras, más o menos todas conocidas. A finales de diciembre del año 1966, a mí me convocaron a una reunión unas amigas, era en una casa que ya no existe en Juana de Vega. Allí se nos dijo que había empezado a haber en España unas reuniones de amas de casa y que en A Coruña se podría hacer también una asociación para que la mujer tuviese una formación íntegra, porque hasta entonces, durante siglos, a la mujer apenas se le había dado importancia. Se le daba una educación religiosa y familiar, pero nada más. De la parte que no era religiosa se había ocupado, desde los años veinte o treinta, la sección femenina, que era una rama de la Falange, y la asociación surgía para dar una formación total a las amas de casa.

-¿Formación sobre qué?

-Era formación propia del ama de casa y social, cultural... A todas nos pareció muy bien, así que, entonces, éramos 31 mujeres, entre ellas, la que fue nombrada presidenta, María Dolores Martínez Romero de la Cuétara, que era magistrada y la originaria de la idea de reunirnos a todas. Entre las que estábamos allí repartimos los cargos, nombramos a dedo a la presidenta, a las vocales. A mí me tocó el ser vocal ocho. Y estuvimos todas de acuerdo en que esa formación de la mujer no tenía que tener ni carácter político ni religioso.

-Hacer esa afirmación entonces, ¿no era arriesgado? Aún vivía Franco y, en cierto modo, reivindicaban que la mujer tuviese más cultura.

-Nosotras nunca tuvimos ningún problema, teníamos nuestros estatutos y nos regíamos por ellos. Lo hicimos todo muy rápido, porque se nos dijo que la cosa apremiaba, porque en 1967 entraba en vigor la ley de asociaciones, hasta entonces no se permitían las asociaciones ni las reuniones con un número elevado de gente.

-¿Y qué nombre le pusieron a la asociación?

-Hubo varias propuestas y no me acuerdo quién, propuso Nuestra Señora del Rosario, la patrona de la ciudad. En ese caso, no nos preocupó la parte religiosa, y así se gestó la asociación y ese fue su primer nombre.

-¿Cómo era la actividad de la entidad?

-Al principio solo se reunía la junta directiva, en una casa donde está el Cantón Grande y que también se tiró. Para entonces, yo me desvinculé un poco de la asociación porque mi situación personal había cambiado y estuve un poco al margen hasta 1975, aunque nunca perdí contacto.

-¿Y cuáles fueron las primeras actividades que hicieron?

-Había una reunión todos los martes y se tomaban decisiones como la cuota o qué se iba a hacer. A la primera actividad acudieron unas cien personas y se hizo en La Terraza. Pagábamos una cuota muy pequeña, menos de veinte pesetas al mes. Al principio se daban charlas de tipo cultural y de temas de actualidad. Después pasamos al edificio de Sindicatos, en Emilia Pardo Bazán o Federico Tapia, ya no me acuerdo, y ese edificio también desapareció y, con el tiempo, pasó a la plaza de Pontevedra y, de ahí, a la ronda de Nelle y de ahí a Médico Rodríguez, porque la ronda le quedaba muy lejos a las señoras que vivían en el centro y después a Afundación, donde hacemos las charlas en la actualidad.

-En cincuenta años, ¿cuánto ha cambiado el ser ama de casa?

-Mucho. La asociación también se dio cuenta de eso y pasó a ser provincial y, en ese proceso, se dejó que fuesen socios también los familiares, no solo las amas de casa. Entonces, se decidió cambiar el nombre a la asociación y se pasó a Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, así también pasábamos a depender del Ministerio de Consumo, que nos daba una pequeña subvención.

-Dice que cambió mucho el mundo, ¿para bien o para mal?

-Para bien. En estos años, además, hicimos viajes por la provincia y por el extranjero y visitamos fábricas y tuvimos charlas de temas muy interesantes, como la prevención de accidentes y en 1993 tuvimos un congreso internacional de Mujer y Consumo. Además, se empezaron a impartir clases de cocina para enseñar al ama de casa, para que supiese que había algo más que la cocina tradicional, porque yo me acuerdo que en mi casa había aquellas cuatro recetas que gustaban a la familia y poco más.

-¿Cree que sigue siendo necesaria a día de hoy una asociación como la de amas de casa?

-Sí y nos gustaría que se uniese gente joven, porque las reuniones son muy agradables y siempre se aprende algo. Ahora tenemos clases de informática y tratamos de ir avanzando y adaptándonos a los tiempos.