Las infraestructuras siguen siendo dogmas de fe y el progreso -un concepto al que a veces no dotamos de un significado mucho mayor que en los sesenta- sigue pasando por la sacralizada obra pública. Devoción por el millonario asfalto. A mediados del siglo pasado, los dirigentes coruñeses optaron por un modelo de autopista elevada, que marcó a fuego el desarrollo de la ciudad y la relación (o falta de relación) entre barrios y con la comarca. El proyecto para ampliar la vía se planteó por primera vez hace más de una década y pululó simbólicamente entre despachos, promesas y algún presupuesto hasta el pacto entre Audasa y Fomento en 2012.

Pero, ¿son las carencias las mismas que hace tres lustros? ¿es igual la forma de moverse de los vecinos? ¿debe serlo? Saludablemente, la sociedad muta. Con sus hábitos, necesidades y proyectos. Es por eso que, cuando la opción de replantearse la ampliación y "humanizar" la arteria va a pleno, por petición lógica de la ministra Ana Pastor, obtiene 17 de 27 apoyos. Un resultado absolutamente inimaginable si la votación se hubiese realizado ocho años atrás pero un resultado coherente con las ideas del PGOM de Busquets, que apostaba por devolverle a la avenida su carácter urbano.

Que Fomento no acepte la propuesta, o solo acepte introducir matices, entra en las quinielas de una negociación entre Administraciones con filosofías de partida diferentes. Pero lo que no se puede negar es la pertinencia del debate que se puso encima de la mesa hace cuatro meses sobre una vieja reivindicación, que en una urbe viva es lícito revisar, actualizar. De hecho, los que entendieron en un primer momento como un sacrilegio, un dislate, la apertura del foro ciudadano en torno al statu quo de Alfonso Molina, tuvieron finalmente que bajar al barro, salir a jugar y tirar de datos y argumentos para defender su posición.

Con el fin de la negociación y el proyecto resultante, se verá si los cambios concedidos son una mera operación de maquillaje verde (político y técnico) o una modificación real, que dé margen para avanzar en el futuro, sobre todo en la comunicación entre barrios, una vez que todo pacto por el cuarto carril parece abocado al fracaso. Replantearse las creencias colectivas, pararse a pensar, no sobra cuando hablamos de una infraestructura que ha condicionado el crecimiento de A Coruña en las últimas seis décadas. Un debate inimaginable hace cinco años. Entre arquitectos e ingenieros, vecinos y empresarios, entre el centro y los barrios. Con naturalidad, sin rasgarse las vestiduras. Riqueza social.