Acostumbrada a estar al otro lado de la noticia en calidad de entrevistadora, esta vez la periodista Inés Martín Rodrigo se convierte en protagonista gracias a la presentación de su obra Azules son las horas, un homenaje a la trayectoria vital y profesional de Sofía Casanova (1861-1958), escritora coruñesa pionera de las reporteras de guerra.

-¿Fue la labor periodística de Sofía Casanova lo que la llevó a dedicarse a esta profesión?

-No, pero por una razón. Hasta que no me decidí a escribir la novela no conocía a Sofía Casanova; probablemente si la hubiese conocido antes me habría influido porque es una de las figuras más brillantes del periodismo español, aunque no se la conoce tanto como debería. Si este libro sirve para poner el foco sobre ella, bienvenido sea.

-¿A qué cree que se debe ese desconocimiento?

-Yo creo que, fundamentalmente, Sofía tuvo el problema de ser una mujer en un mundo de hombres. Fue corresponsal de guerra en el siglo XX, teniendo que luchar con multitud de barreras. Además, pasó gran parte de su vida fuera de España, ya que marchó a Polonia cuando se casó con el filósofo polaco Wincenty Lutos?awski. Pese a que regresó muchas veces a España, eran solo viajes esporádicos, y eso ha influido en el desconocimiento sobre su figura.

-¿Cómo entró en contacto con la vida y obra de Sofía Casanova?

-Un día me topé con un reportaje que hablaba de Sofía y se titulaba La periodista que entrevistó a Trotski. Empecé a investigar, descubrí quién era Sofía Casanova y me di cuenta de que su vida merecía una novela. Fue entonces cuando decidí pasarme al lado de la ficción y a escribir este libro.

-¿Fue difícil documentarse sobre la vida de una mujer presente en multitud de acontecimientos históricos?

-La documentación vino básicamente de las obras que ya están hechas de ella, hay una tesis doctoral, un documental...Y, a través de las crónicas de Sofía Casanova, yo fui conociendo poco a poco esa voz que merecía ser trasladada en primera persona, y así es como figura en la novela.

-¿La crónica que más le ha impresionado?

-Cualquiera de ellas vale la pena. Está la entrevista a Trotski, y tantas otras crónicas de la Primera Guerra Mundial, del San Petersburgo de la Revolución Rusa, los últimos días de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial...

-¿Fue consciente Sofía Casanova de haber marcado un antes y un después en la historia del periodismo?

-Si lo fue, en ningún momento quiso presumir de ello. Una de las cosas que más definen su personalidad es la solidaridad que mostró hacia los demás, la valentía que tuvo informando de aquello que estaba sucediendo tan lejos de su país incluso poniendo en riesgo su propia vida para hacerlo. Fue una mujer muy fiel a sí misma, con unos ideales muy profundos de entrega a los demás, poniendo los intereses del resto por encima de los suyos.

-¿Existe algún personaje presente en la vida de Sofía Casanova al que usted tenga un cariño especial?

-Pese a que Sofía conoció a personajes como Tolstói, Emilia Pardo Bazán o las sufragistas de Londres, yo me quedaría con el personaje de Pepa, una mujer desconocida y de origen humilde que se convirtió en su gran amiga y que estuvo a su lado toda la vida, como una sombra que la acompañó hasta el final de sus días.

-¿Ha podido conocer a algún familiar de la escritora ?

-Sí, he estado en contacto con su nieto, un monje benedictino que vive en Polonia y, sobre todo, he estado en contacto con su tataranieta Joanna, que estuvo en la presentación de la novela en Madrid la semana pasada. Solo con haber visto la emoción que trasladaba su rostro, me doy por satisfecha.

-¿Cómo se siente una periodista al ser el foco de la noticia?

-Es una sensación muy especial. Estoy acostumbrada a hacer las preguntas en lugar de a responderlas. Con este libro he abierto la puerta a un mundo en el que hasta ahora participaba como espectadora. Soy una gran lectora y el tener la oportunidad de escribir un libro es un sueño y espero tener la oportunidad de seguir contando historias.