Un francotirador arrodillado apunta su arma hacia un mar de niños indefensos. Una mujer embarazada posa resignada, con las manos en su vientre, ante la superposición de una ciudad colorida y resplandeciente y la misma ciudad gris y en ruinas destruida por la guerra. Son solo dos obras pictóricas de la colección de lienzos, grabados, esculturas y otras representaciones artísticas que el sirio Ali Ali desea exponer este año o el próximo en el Kiosko Alfonso para sensibilizar a la población sobre la tragedia bélica que sufre su país y las dramáticas odiseas de los refugiados. Ha propuesto la idea al Gobierno local, del que obtendrá una respuesta en breve.

La exposición aún no tiene nombre. "Corazón tras un muro es el título al que le estoy dando vueltas", medita Ali, de 42 años, nacido en Al Kathunia, en la zona mesopotámica de Siria, entre los ríos Tigris y Éufrates. Más de una década la ha pasado en Galicia, donde vive con su mujer italiana y su hija "gallega". Le trajo a España una feria internacional en Madrid y una invitación de la Fundación Centro Internacional de la Estampa Contemporánea (CIEC), en Betanzos, del que obtuvo una beca para un máster de obras gráficas.

Se ha asentado en A Coruña: aquí tiene su estudio en un bajo de la calle Independencia, en Monte Alto, y trabaja como profesor de litografías en el Museo de Belas Artes de Zalaeta y en el CIEC, "un recinto lleno de obras maestras y desconocido por la mayoría de los gallegos", define. También expone sus obras e imparte clases en galerías y centros de otras ciudades que le llaman.

A distancia pero casi diariamente informado de las tristes noticias que salen de su país o de la situación por la que pasan sus familiares, Ali Ali encuentra en sus pinceles y paletas, en sus manos, consuelo frente al dolor: "He perdido familia y amigos y los que viven están en Turquía, en Irak, Alemania, Italia o siguen aún en Siria. Pintar me sirve para vomitar la rabia que llevo dentro y al mismo tiempo me relaja ante la desesperación. Por eso he querido traer la guerra a mi obra".

Porque antes Ali pintaba sobre temas como la infancia, las mujeres, la prostitución o los recuerdos de su país. Y alternaba los lienzos con los grabados en metal o madera. Ahora escoge paneles de dos por dos metros, incluso de cuatro por cuatro, como el partido en dos que recoge la escena salvaje del francotirador y los niños a los que dispara, para expresarse contra la dictadura de Bashar al Assad y denunciar una guerra que ha destrozado su país y movilizado a su población.

Ali Ali admite haberse integrado "bien" en la ciudad, "con las dificultades del principio", sobre todo por el lenguaje y la "añoranza del sol". "Gente buena y mala hay en todas partes, pero aquí me han recibido muy bien", admite. Pinta doce horas diarias en su estudio, del que quiere mover sus obras al Kiosko Alfonso. "Un espacio público y céntrico ideal para sensibilizar de las desgracias de la guerra".