Acaba de llegar de la isla griega de Lesbos, donde permaneció como voluntario en la ayuda a los refugiados. Iván Vicente, bombero del parque comarcal de Arteixo, es miembro de la recién creada Agrupación Integral de Rescate de Emergencias (AIRE), y pudo ver de cerca el sufrimiento de quienes tratan de llegar a Europa.

-¿Cómo acudió como voluntario a Grecia?

-Fui solo a través de la ONG de Barcelona Proactiva Open Arms porque la nuestra aún no tiene posibilidades económicas para desplazarse, ya que solo tiene dos meses de existencia y por mi experiencia como socorrista y bombero en Arteixo me aceptaron.

-¿Cuál era su misión con los refugiados?

-Estábamos en la zona norte de la isla de Lesbos, que está a unas 9 millas de la costa turca, por lo que en ese canal los refugiados hacen el trayecto en unas dos horas. Nuestra labor fundamental era localizarlos, para lo que hay puntos de vigilancia por toda la costa de diferentes ONG y que nos avisaban de los avistamientos. Salíamos con una embarcación de rescate a su encuentro y nos poníamos a su lado para hablarles en inglés o en árabe cuando teníamos un traductor. Les preguntábamos cómo estaban y les decíamos que tuvieran calma porque ya estaban en Europa, ya que lo fundamental es que llegaran por sí mismos a la costa, ya que así las autoridades no nos ponen problemas. Una vez en tierra, hay suficientes ONG para darles de comer, cambiarles de ropa y llevarles a los centros de acogida. Aunque había también una lancha de Médicos sin Fronteras y otra de un grupo de holandeses, realmente rescatadores que se lanzaran al agua solo estábamos nosotros.

-¿Tuvieron que efectuar alguna intervención de ese tipo?

-Menos de las esperadas, ya que los botes en los que vienen los refugiados son de plástico y se pegan con cola la noche anterior a salir, por lo que en poco tiempo se despegan, pero resisten más de lo que creíamos, aunque alguna vez el motor se les cayó al mar y hubo que remolcarlos.

-¿No hubo entonces ningún caso de víctimas mortales?

-Una de las lanchas que atendimos venía con una persona ya muerta.

-Eso será una imagen impactante incluso para un rescatador con experiencia.

-Sí, porque en esa misma embarcación también viajaban unos chiquillos, uno de los cuales tenía una pierna rota y otro recién operado de una rodilla, mientras que a su lado estaba una mujer que se había ahogado. Llegas a un punto en que no es que no te extrañes de estas situaciones, pero con el sufrimiento de esta gente es casi el día a día.

-¿Cómo se reacciona cuando uno se encuentra ante casos como este?

-Intentas sonreírles y pedirles calma. Les dices: Welcome to Europe, y para ellos esa frase es la gloria. Les saludas con la mano y les pides que se calmen, porque se ponen tan contentos que empiezan a abrazarse y a saltar, lo que hace que muchas veces se caigan al agua. Al ir vestidos y llevar chalecos que no son buenos, se van al fondo, por lo que hay que evitar que se alteren.

-¿No se quedan decepcionados al ver que no hay las facilidades que esperaban?

-Vienen muy informados en general y saben que la frontera está cerrada, pero nos decían que iban a intentar pasar porque tienen la esperanza de que se abra. Al tener en cuenta de donde vienen, no les queda otra opción porque un refugiado que lo intentaba por quinta vez me dijo que nada más salir de su ciudad la habían bombardeado y que si se quedaba iba a acabar muriéndose, por lo que no le importaba quedarse en Lesbos aunque fuera viviendo en el barro. Yo no veía posibilidades de que pasaran, y más con el acuerdo que acaban de firmar, pero no podía echarles atrás.

-¿Aconsejaría a quienes promovieron el acuerdo que viajaran a Lesbos?

-Sí, porque decir como las autoridades que es un acuerdo para acabar con las mafias es estupendo para la galería, pero es que incluso la gente dice que quienes vienen van a hacer atentados como el de Bruselas, pero los que atraviesan el mar con una lancha neumática arriesgando sus vidas no son los que ponen las bombas. Esos tienen otros medios de transporte y no son los que llegan con su familia y sus hijos con la ropa mojada y toda su vida metida en una bolsa de la compra. A las personas que piden que no vengan los refugiados les diría que fueran a un campo de refugiados y hablaran con ellos y vieran la realidad de las cosas.

-¿Piensa volver allí?

-Mi idea era hacerlo en mayo e incluso habíamos pensado en ir al campo de refugiados de Idomeni, pero tal como están las cosas ahora habrá que esperar a ver cómo fluyen las cosas.

-¿Acudirá su asociación a otro tipo de emergencias?

-Sí, y no solamente en el extranjero, sino a casos como otro Prestige que pueda ocurrir aquí o el terremoto de Melilla de hace unos meses.