El cierre al tráfico de la avenida de la Marina obligará a acostumbrarse a nuevas rutinas a los conductores, según el decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Ricardo Babío, quien considera que este proceso deberá combinarse con la adopción de medidas por el Ayuntamiento para favorecer la circulación en el centro de la ciudad.

-¿Será beneficioso disponer de tanto espacio en la Marina?

-Las tendencias actuales del uso de los espacios públicos son de ganar todo lo que se pueda para el disfrute de las personas, ya que el coche tuvo su tiempo pero ahora se va a recuperar el espacio para las personas. El coche no deja de ser una herramienta de trabajo pero por debajo va muchísimo mejor porque genera ruido, contaminación y riesgo de seguridad vial. Mi trabajo de funcionario en Costas tiene relación con esto, porque hace años en la playa de Santa Cristina los coches estaban encima de las dunas y ahora la punta es un espacio restringido, mientras que en el paseo marítimo el borde estaba tomado por los coches aparcados y ahora se han eliminado de allí al hacer un aparcamiento subterráneo.

-Pero el cierre de la Marina ha supuesto también la eliminación casi total del tráfico en los Cantones.

-Veámoslo bien, porque de eso se trata, de que esté libre de coches pero que tenga otro tipo de vida, ya que no deja de ser una peatonalización parcial. Siempre hay unos procesos de adaptación del tráfico tanto de los viandantes como de los conductores como sucede cada vez que se peatonaliza una zona, aunque luego el juicio que se hace siempre es positivo. No sé si los responsables de tráfico del Ayuntamiento están en ese proceso de reajuste del tráfico, porque cambian las costumbres sobre cómo moverse. Yo mismo me he visto afectado porque al intentar ir hacia La Marina no me di cuenta y al salir de Santa Catalina me metí por Entrejardines y comprobé que no podía girar a la izquierda.

-¿Sería necesario un estudio de reordenación del tráfico?

-Me imagino que algo de eso debería estar hecho, pero sin duda alguna forma parte de esta readaptación. A veces hay que esperar a ver cómo funcionan las cosas porque es muy difícil prever las actitudes de la gente y que vengan tantos conductores de un origen y hacia un destino. Desde nuestro colegio, los ingenieros de caminos reivindicamos que los profesionales que sabemos de esto, ya que estudiamos el tráfico en nuestra carrera, seamos los que analicemos estas cuestiones porque hay ayuntamientos en los que el tráfico es competencia de personas sin esta formación.

-El cierre de la Marina está colapsando otras calles del centro. ¿La solución será la busca de nuevas rutas o tendrá que aportarlas el Ayuntamiento?

-Tiene que haber una adaptación de las costumbres, por lo que creo que será una combinación de las dos cosas. Primero que la gente se adapte a los nuevos itinerarios y luego que el Ayuntamiento adapte la organización del tráfico, ya que también hay que contar con que todos los conductores no son coruñeses y que en verano vendrá mucha gente de fuera. Cuando se reordena el tráfico hay que tener en cuenta que no todo el mundo conoce la ciudad, por lo que la señalización también debe cambiarse.

-Los técnicos son muchas veces contrarios a llenar los espacios de cosas. ¿Cómo se manifiesta en relación en ese aspecto con la gran explanada creada en la Marina?

-En la ordenación urbana hay tendencias, porque hace treinta años el planteamiento para una plaza no es el mismo que ahora, y además es opinable, porque a mí me ha llegado que si hay mucha piedra y pocos árboles, pero a mí no me desagrada en absoluto. Y si encima está pegada al mar, la tendencia a abrir espacios se agradece. Es cierto que hay quien dice que faltan zonas de sombra, pero también quien advierte que estamos en A Coruña y no en Sevilla. Pero en general hay que decir que no se trata de llenar, sino de ordenar el espacio.