"La vida hay que vivirla con optimismo, he tenido etapas difíciles pero siempre lo he conservado, es un don de Dios pero hay que cultivarlo". Hablaba así sobre el empuje que le caracterizaba Rafael Taboada, el padre Taboada, que fue durante décadas la cara más popular de la Iglesia Católica en la ciudad, desde su puesto de abad de la Colegiata, ejercido durante tres décadas, y también como capellán y colaborador de múltiples empresas y entidades, como el Deportivo. El sacerdote falleció ayer a los 90 años y será enterrado hoy por la tarde en Oleiros, donde residía.

Nacido en Melide en 1926, en una familia numerosa de siete hermanos en la que otros dos también siguieron su misma vocación, fue ordenado en su ciudad natal con poco más de veinte años por el cardenal Quiroga Palacios, el mismo que en julio de 1962 lo convertía en asesor religioso del Real Club Deportivo de A Coruña. No solo fue capellán del club de fútbol (y muy futbolero), sino también de la fábrica de armas.

Pasó por las parroquias de Neda, Serantes y Miño antes de llegar a A Coruña, ciudad en la que, siempre de uniforme, se convirtió en toda una personalidad local, hiperactivo y polifacético, reclamado por organismos e instituciones para diversos menesteres, desde la docencia a las bendiciones en actos de inauguración. Tomó posesión de su cargo de abad de la Colegiata en 1980 y lo ejerció hasta que se apartó de la administración del templo en 2011, conservando el reconocimiento de emérito.

Licenciado en Derecho Canónico, uno de sus mayores legados a la ciudad es el coqueto Museo de Arte Sacro, próximo a la Colegiata de Santa María, inaugurado en 1990 y diseñado por el arquitecto Manuel Gallego Jorreto. Fue creado para albergar la colección de orfebrería religiosa de la iglesia de la Ciudad Vieja. Una de sus joyas es la arqueta eucarística de plata donada por doña María Ana de Neoburgo, que pernoctó en la ciudad con motivo de su enlace matrimonial con el último Austria, el rey Carlos II, en 1690.

Taboada fue distinguido además con la Cruz de San Raimundo de Peñafort y pertenecía a la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario. Firmó libros de temática diversa, como Deporte y fútbol por dentro, Historias de La Coruña y Objeción de Conciencia.

No en pocas entrevistas se le preguntó al abad por si sería el primer obispo de A Coruña si al final la ciudad conseguía independizarse de Santiago, un cargo en el que decía no verse, a pesar de estar convencido de que el distrito eclesiástico que pedía el alcalde Francisco Vázquez, llegaría tarde o temprano: "Está claro que es mucho mejor tener un obispo propio, con el tiempo se conseguirá, no sé cuándo porque no soy profeta".